SAN FRANCISCO – La de los vehículos eléctricos (VE) es una tecnología rentable y ya madura que representa una parte clave para solucionar el problema de las emisiones que están calentando el planeta. Si se combinan con electricidad limpia, ofrecen una ruta hacia el transporte terrestre con efectos climáticos neutros. Y, por fortuna, con cada año que pasa la electricidad se vuelve más limpia, debido a los costes rápidamente a la baja de la energía eólica y solar.
El año pasado se produjo un auge de las ventas globales de VE, alcanzándose un 13% de las ventas de nuevos vehículos, desde un 8,6% en 2021. China aportó gran parte de este crecimiento, con una duplicación de las ventas en 2022, llegando a 6,9 millones de unidades (un 26% del total de las ventas de coches nuevos) y sin mostrar señales de detenerse. La Asociación de Fabricantes de Automóviles de China proyecta que las ventas de VE en el país crecerán en un 35% en 2023, alcanzando los 9 millones (33% del total de las ventas de vehículos nuevos).
Pero ni siquiera este ritmo de crecimiento bastará para lograr los compromisos climáticos de China o el mundo. Para alinear sus emisiones del transporte con los objetivos científicos establecidos para lograr un clima seguro, las autoridades chinas necesitarán acelerar más aún el paso.
Según el Comité Internacional de Transporte Limpio, un factor clave del éxito chino hasta ahora es su nuevo estándar de ventas de vehículos impulsados con nuevas energías (NEV, por sus siglas en inglés), una norma poco conocida que fija objetivos de ventas para los fabricantes de coches locales. Son metas que se irán elevando con el tiempo, haciendo posible un cumplimiento flexible mediante el comercio de créditos de carbono. Si un fabricante vende más que el objetivo promedio del sector, recibe créditos NEV que puede vender a un fabricante que venda menos. Desde la entrada en vigor de esta política en 2019, el parámetro ha subido desde un 10% de todas las ventas de ese año a un 18% en 2023. Sin embargo, ya que las ventas superaron con mucho ese parámetro el año pasado, el Ministerio chino de Industria y Tecnología de la Información puede -y debe- fijar objetivos mucho más altos en el futuro.
Específicamente, las autoridades chinas del transporte deberían hacer planes para una norma NEV que permita alcanzar un 75% de todas las ventas para 2030. En conjunto con otras medidas factibles a pesar de ser altamente ambiciosas para los vehículos industriales pesados, esto podría reducir las emisiones de los automóviles en un 70% por debajo de los niveles de 2020 para 2050. En contraste, si no se adoptan medidas adicionales, se proyecta que las emisiones de los vehículos se eleven en un 63% para mediados de siglo.
Las autoridades chinas no tienen buenas razones para no hacerlo. Después de todo, lograr que en sus carreteras circulen más coches limpios ayudaría a salvar decenas de miles de vidas, al reducir la contaminación del aire. Unos estándares de NEV más ambiciosos también resultan esenciales para alinear el sector del transporte chino con los compromisos de cero emisiones amplios del país.
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El modelamiento de la Agencia Internacional de Energía muestra que la adopción mundial de VE debe superar el 60% de todos los coches para 2030 si es que se ha de lograr la meta global de emisiones cero para 2050. En la práctica, eso significa que los mercados automovilísticos más grandes y avanzados deben superar el promedio global, ya que muchos otros países no tendrán los medios para lograr una transición así de rápida. En consecuencia, cabría esperar muchas consecuencias para mejor si China tomara la decisión de elevar su estándar de NEV a un 75% para 2030.
Una transición más veloz es factible y, al mismo tiempo, asequible. En los principales mercados ya hay disponible una variedad de opciones de VE, y constantemente se suman otras nuevas a las líneas de productos de los fabricantes. El creciente interés demuestra que los fabricantes de automóviles son serios acerca de acelerar el paso a este tipo de vehículos. A medida que se implementen las mejoras tecnológicas de baterías y se pase a economías de escala, los precios seguirán bajando. En China, los VE ya son más baratos que los de coches de combustión interna a lo largo de la vida útil del vehículo (tras considerar en el cálculo los ahorros de combustible y mantenimiento que implican). Estos avances han hecho que las ventas de VE estén superando un punto de inflexión en China y otros 18 países, Estados Unidos entre ellos. Los grandes mercados han entrado a una fase de adopción masiva de VE en que las preferencias cambiarán con sorprendente rapidez.
Aun así, sería un error dejar las cosas a la mano invisible del mercado. Sin cambios de políticas, la transición será más lenta que lo necesario, dadas la vida útil de un coche típico y las décadas de inversión que se han destinado a la infraestructura de los combustibles fósiles. Si bien en China se venden cada año cerca de 25 millones de nuevos coches para pasajeros, más 100 millones de vehículos ya están en circulación, y en su mayoría seguirán estándolo en los años venideros.
Para superar esta inercia, es necesario integrar ambiciosos estándares de ventas de NEV a un conjunto más amplio de políticas estratégicas de VE. Por ejemplo, para aumentar la escala de adopción de VE se requerirán medidas para impulsar y coordinar la inversión en infraestructura de carga. Y para alcanzar todos los potenciales beneficios climáticos y de sanidad de los VE, su mayor despliegue debe ir acompañado de un aceleramiento de la transición hacia una electricidad limpia.
El notable crecimiento de las ventas de VE en los últimos años resulta prometedor para la lucha contra el cambio climático, pero las autoridades del transporte deben seguir avanzando con rapidez para adaptar sus políticas a las necesidades globales. Aunque una ambición demasiado escasa representa un riesgo de producir daños ambientales insostenibles, es esencial una transición fluida para lograr un clima seguro y un aire más limpio. No hay tiempo para demoras. Los líderes de China deben acelerar a fondo.
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Despite the apparent resilience of Russia's economy, Vladimir Putin’s full-scale war against Ukraine comes at a high economic cost. Not only does it require today’s Russians to live a worse life than they otherwise would have done; it also condemns future generations to the same.
explains the apparent resilience of growth and employment in the face of increasingly tight sanctions.
SAN FRANCISCO – La de los vehículos eléctricos (VE) es una tecnología rentable y ya madura que representa una parte clave para solucionar el problema de las emisiones que están calentando el planeta. Si se combinan con electricidad limpia, ofrecen una ruta hacia el transporte terrestre con efectos climáticos neutros. Y, por fortuna, con cada año que pasa la electricidad se vuelve más limpia, debido a los costes rápidamente a la baja de la energía eólica y solar.
El año pasado se produjo un auge de las ventas globales de VE, alcanzándose un 13% de las ventas de nuevos vehículos, desde un 8,6% en 2021. China aportó gran parte de este crecimiento, con una duplicación de las ventas en 2022, llegando a 6,9 millones de unidades (un 26% del total de las ventas de coches nuevos) y sin mostrar señales de detenerse. La Asociación de Fabricantes de Automóviles de China proyecta que las ventas de VE en el país crecerán en un 35% en 2023, alcanzando los 9 millones (33% del total de las ventas de vehículos nuevos).
Pero ni siquiera este ritmo de crecimiento bastará para lograr los compromisos climáticos de China o el mundo. Para alinear sus emisiones del transporte con los objetivos científicos establecidos para lograr un clima seguro, las autoridades chinas necesitarán acelerar más aún el paso.
Según el Comité Internacional de Transporte Limpio, un factor clave del éxito chino hasta ahora es su nuevo estándar de ventas de vehículos impulsados con nuevas energías (NEV, por sus siglas en inglés), una norma poco conocida que fija objetivos de ventas para los fabricantes de coches locales. Son metas que se irán elevando con el tiempo, haciendo posible un cumplimiento flexible mediante el comercio de créditos de carbono. Si un fabricante vende más que el objetivo promedio del sector, recibe créditos NEV que puede vender a un fabricante que venda menos. Desde la entrada en vigor de esta política en 2019, el parámetro ha subido desde un 10% de todas las ventas de ese año a un 18% en 2023. Sin embargo, ya que las ventas superaron con mucho ese parámetro el año pasado, el Ministerio chino de Industria y Tecnología de la Información puede -y debe- fijar objetivos mucho más altos en el futuro.
Específicamente, las autoridades chinas del transporte deberían hacer planes para una norma NEV que permita alcanzar un 75% de todas las ventas para 2030. En conjunto con otras medidas factibles a pesar de ser altamente ambiciosas para los vehículos industriales pesados, esto podría reducir las emisiones de los automóviles en un 70% por debajo de los niveles de 2020 para 2050. En contraste, si no se adoptan medidas adicionales, se proyecta que las emisiones de los vehículos se eleven en un 63% para mediados de siglo.
Las autoridades chinas no tienen buenas razones para no hacerlo. Después de todo, lograr que en sus carreteras circulen más coches limpios ayudaría a salvar decenas de miles de vidas, al reducir la contaminación del aire. Unos estándares de NEV más ambiciosos también resultan esenciales para alinear el sector del transporte chino con los compromisos de cero emisiones amplios del país.
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El modelamiento de la Agencia Internacional de Energía muestra que la adopción mundial de VE debe superar el 60% de todos los coches para 2030 si es que se ha de lograr la meta global de emisiones cero para 2050. En la práctica, eso significa que los mercados automovilísticos más grandes y avanzados deben superar el promedio global, ya que muchos otros países no tendrán los medios para lograr una transición así de rápida. En consecuencia, cabría esperar muchas consecuencias para mejor si China tomara la decisión de elevar su estándar de NEV a un 75% para 2030.
Una transición más veloz es factible y, al mismo tiempo, asequible. En los principales mercados ya hay disponible una variedad de opciones de VE, y constantemente se suman otras nuevas a las líneas de productos de los fabricantes. El creciente interés demuestra que los fabricantes de automóviles son serios acerca de acelerar el paso a este tipo de vehículos. A medida que se implementen las mejoras tecnológicas de baterías y se pase a economías de escala, los precios seguirán bajando. En China, los VE ya son más baratos que los de coches de combustión interna a lo largo de la vida útil del vehículo (tras considerar en el cálculo los ahorros de combustible y mantenimiento que implican). Estos avances han hecho que las ventas de VE estén superando un punto de inflexión en China y otros 18 países, Estados Unidos entre ellos. Los grandes mercados han entrado a una fase de adopción masiva de VE en que las preferencias cambiarán con sorprendente rapidez.
Aun así, sería un error dejar las cosas a la mano invisible del mercado. Sin cambios de políticas, la transición será más lenta que lo necesario, dadas la vida útil de un coche típico y las décadas de inversión que se han destinado a la infraestructura de los combustibles fósiles. Si bien en China se venden cada año cerca de 25 millones de nuevos coches para pasajeros, más 100 millones de vehículos ya están en circulación, y en su mayoría seguirán estándolo en los años venideros.
Para superar esta inercia, es necesario integrar ambiciosos estándares de ventas de NEV a un conjunto más amplio de políticas estratégicas de VE. Por ejemplo, para aumentar la escala de adopción de VE se requerirán medidas para impulsar y coordinar la inversión en infraestructura de carga. Y para alcanzar todos los potenciales beneficios climáticos y de sanidad de los VE, su mayor despliegue debe ir acompañado de un aceleramiento de la transición hacia una electricidad limpia.
El notable crecimiento de las ventas de VE en los últimos años resulta prometedor para la lucha contra el cambio climático, pero las autoridades del transporte deben seguir avanzando con rapidez para adaptar sus políticas a las necesidades globales. Aunque una ambición demasiado escasa representa un riesgo de producir daños ambientales insostenibles, es esencial una transición fluida para lograr un clima seguro y un aire más limpio. No hay tiempo para demoras. Los líderes de China deben acelerar a fondo.
Traducido del inglés por David Meléndez Tormen