lboone1_KENZO TRIBOUILLARDAFP via Getty Images_EUsemiconductors Kenzo Tribouillard/AFP via Getty Images

Arte de gobernar económico para la transición verde

PARÍS – La Unión Europea enfrenta en este momento dos grandes desafíos: lograr la transición verde y ejercer liderazgo económico. Ambos son de naturaleza existencial. Así como la transición verde es vital para proteger el planeta del que depende nuestra supervivencia, el liderazgo económico es esencial para preservar el modelo democrático, respetuoso del medioambiente y basado en el mercado que sostiene nuestro modo de vida. Hay una forma de estar a la altura de ambos desafíos: el uso geopolítico de la economía o «arte de gobernar económico».

Pero para ponerlo en práctica, los europeos necesitamos un cambio radical de mentalidad. Aunque estamos acostumbrados a ser una superpotencia económica, todavía estamos aprendiendo a ejercer el poder político. De hecho, la UE siempre rehuyó pensar en términos de arte de gobernar económico. Su desarrollo lo impulsó el comercio internacional y dependió de un orden económico internacional basado en reglas, cambiante pero en definitiva predecible.

Pero el mundo ya no es el mismo. En los últimos dos decenios, y sobre todo en los últimos años, una serie de perturbaciones (que van de la pandemia de COVID‑19 a la invasión rusa total de Ucrania) ha puesto de manifiesto las vulnerabilidades que pueden surgir de la interdependencia. Esto llevó a la UE a experimentar un «despertar geopolítico», por el que sus estados miembros ahora reconocen que una mayor soberanía es requisito para obtener seguridad, no sólo en el área de la defensa, sino también en relación con la economía y, en un sentido más general, con la visión que tiene Europa del mundo.

Es aquí donde entra en juego el arte de gobernar económico. Tenemos que diseñar políticas económicas que refuercen la posición de la UE de potencia soberana capaz de garantizar la sostenibilidad de su modelo económico, social y ambiental, y de proyectar sus valores más allá de sus fronteras. Para eso debemos apoyarnos en cuatro pilares.

El primero es una estrategia industrial europea. Estos últimos años (y sobre todo estos últimos meses), la UE ha hecho grandes avances en esta área. En lo referido a la energía, por ejemplo, ha aprobado el plan Objetivo 55, un paquete integral de políticas que busca reducir la emisión neta de gases de efecto invernadero al menos un 55% de aquí a 2030 y alcanzar la emisión neta nula en 2050.

Además, la UE está tratando de reformar su mercado de la electricidad para lograr una generación más flexible y con baja emisión de carbono, y estrechando las interconexiones internas, para asegurar el suministro de energía europeo y reducir la dependencia respecto de la importación de energía y de los combustibles fósiles.

PS_Sales_BacktoSchool_1333x1000_Promo

Don’t go back to school without Project Syndicate! For a limited time, we’re offering PS Digital subscriptions for just $50.

Access every new PS commentary, our suite of subscriber-exclusive content, and the full PS archive.

Subscribe Now

Hoy estamos trabajando para completar otras iniciativas que ayudarán a mantener el liderazgo europeo en tecnologías verdes. Por ejemplo, hay en marcha un esfuerzo tendiente a optimizar y acelerar los procesos administrativos pertinentes (por ejemplo la extensión de permisos y el control de ayudas estatales). Un buen ejemplo es la ley sobre una industria con cero emisiones netas que propuso hace poco la Comisión Europea.

En tanto, Francia lleva tiempo defendiendo iniciativas para el refuerzo de sectores estratégicos, en particular los vinculados con las transiciones digital y energética. Por ejemplo, la Ley Europea de Chips y la Ley de Materias Primas Fundamentales apuntan a reforzar la producción europea de componentes clave de la cadena global de suministro de la tecnología. Europa también necesita acelerar el progreso en la producción de baterías, algo esencial para alcanzar la neutralidad de carbono.

El segundo pilar de un arte de gobernar económico europeo es fortalecer nuestro mercado interno y las relaciones comerciales con el resto del mundo. La UE está creando nuevas herramientas para proteger a sus empresas, con medidas vinculadas, por ejemplo, con la seguridad de datos y las infraestructuras críticas. Además, se está aprovechando el tamaño de la UE para garantizar la reciprocidad en la relación con nuestros socios. Ninguna empresa de un tercer país puede presentarse a una licitación pública en la UE si su país de origen no permite a las empresas europeas participar en licitaciones similares.

La UE también está haciendo frente a la coerción económica y a las prácticas distorsivas de los mercados. El Instrumento Anticoercitivo, sobre el cual el Parlamento Europeo y el Consejo alcanzaron hace poco un acuerdo político final, permitirá a la UE responder a tácticas económicas coercitivas de sus adversarios. Asimismo, el Reglamento para el Control de Inversiones, aprobado en 2019, permite a la UE impedir la posesión o adquisición extranjera de empresas estratégicas.

El tercer pilar es la proyección de nuestros principios y ambiciones más allá de Europa. Con ese objetivo, la UE ha iniciado un esfuerzo coordinado para fortalecer su influencia en los organismos multilaterales y usarla para que se mantengan centrados en sus objetivos primarios, promoviendo reformas a la gobernanza allí donde sea necesario.

Además, con medidas como el Mecanismo de Ajuste en Frontera para el Carbono y el reglamento sobre productos libres de deforestación, la UE se asegura de que los bienes que importa cumplan las normas ambientales y sociales internacionales y las europeas (que a menudo son más estrictas). Y al negociar acuerdos comerciales, la UE procura compatibilizar tres criterios: la sostenibilidad ambiental, los intereses estratégicos europeos y un equilibrio de concesiones justo.

El último pilar de una estrategia de arte de gobernar económico europeo es el uso de instrumentos «ofensivos» para la disuasión de acciones maliciosas de terceros países. Esto incluye, por supuesto, las sanciones económicas y financieras, que tuvieron un veloz desarrollo y una aplicación expansiva desde que Rusia inició su guerra total contra Ucrania. Pero también es necesario que la política comercial en un sentido más general esté alineada con los objetivos de política exterior.

La UE lleva algún tiempo aplicando controles a las exportaciones de bienes de doble uso, y seguirá haciéndolo y coordinando sus esfuerzos en el nivel multilateral. Pero se necesita más. En un contexto de crecientes tensiones sinoestadounidenses, la UE debe elegir entre buscar el desacople tecnológico total o fortalecer los controles a las exportaciones. Francia pide que haya un debate paneuropeo respecto de las tecnologías que la UE no está dispuesta a exportar.

Seamos claros: Europa no está tratando de convertirse en una potencia geoeconómica en oposición a algún otro país; el objetivo es conservar el control de nuestra trayectoria política, económica, ambiental y social. Sin dejar de hacernos a la idea de que necesitamos ejercer más poder, no renunciaremos a la apertura, elemento central del proyecto europeo. Esto llevará a que nuestra influencia internacional crezca, y tendremos a un mismo tiempo capacidad para jugar el complejo juego de la geopolítica actual y para liderar al mundo en lo referido a la acción climática.

Traducción: Esteban Flamini

https://prosyn.org/2GyQtvIes