muggah10_Joedson AlvesAnadolu Agency via Getty Images)_brazilprotest Joedson Alves/Anadolu Agency via Getty Images

Una insurrección preanunciada

SAN PABLO – El asalto a las instituciones democráticas de Brasil este fin de semana no fue un “accidente” espontáneo. Los complots conspirativos y los llamados a un golpe militar han venido circulando en las redes sociales de extrema derecha desde hace meses y, como era de esperarse, se intensificaron después de que Luiz Inácio Lula da Silva derrotara a Jair Bolsonaro en la elección presidencial de octubre pasado. Y se dispararon en los días previos a que las protestas de este fin de semana sacudieran al país más grande de América Latina.

La mayoría de los militantes que atacaron el Congreso Nacional, la Corte Suprema y el Palacio Presidencial al mismo tiempo eran aficionados amenazantes. Al igual que la mayoría de los insurgentes que atacaron el Capitolio de Estados Unidos hace dos años, usaron la ocasión para destrozar oficinas y sacarse fotos (inclusive con varios oficiales de policías que parecían reacios a intervenir). Pero a no equivocarse: este ataque violento constituye la amenaza más importante para la mayor democracia de América Latina desde el golpe de 1964 que dio lugar a dos décadas de dictadura militar.

La idea de los manifestantes de extrema derecha de que la elección de 2022 le fue de alguna manera “robada” a Bolsonaro no sorprende. Durante años, Bolsonaro, sus hijos y un puñado de asesores, influenciadores y operadores políticos conocidos como el “gabinete del odio” han alimentado a sus seguidores con una dieta constante de desinformación e información errónea.

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