LONDRES – La urgencia de resolver la crisis de deuda soberana de los países en desarrollo no para de crecer. Mientras aumentan las temperaturas globales y se cierne sobre el planeta la amenaza de un daño irreversible, el peso de la deuda impide a muchos países de bajos ingresos (PBI) en África y otras regiones invertir en acción climática. El intento de hallar respuestas mediante el marco común del G20 para el tratamiento de deudas está trabado por disputas entre los acreedores, lo que anula cualquier posibilidad de una solución oportuna y significativa.
Una cuestión que ha sido particularmente discutida es si los bancos multilaterales de desarrollo (BMD) participarán de las pérdidas junto con otros acreedores. El G20 pidió a los BMD elaborar fórmulas para el reparto de los costos, pero no ha surgido ningún plan sistemático. China (a diferencia del Club de París de acreedores soberanos) insistió en que los BMD acepten una quita de deuda, pero luego suavizó su postura en las reuniones de primavera del Grupo Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional de este año. Pero en la reciente cumbre del grupo BRICS se reiteró el pedido de que los BMD participen.
Y es un pedido razonable. Como mostramos en un nuevo informe, la participación de los BMD en las reestructuraciones de deuda soberana no sólo es factible sino también necesaria para resolver el atasco actual. Para empezar, al menos la mitad de toda la deuda soberana externa de 27 países sobreendeudados, muchos de los cuales son países de bajos ingresos (PBI) o pequeños estados insulares en desarrollo (PEID), es con acreedores multilaterales. De modo que incluso cancelando toda la deuda bilateral y privada, algunos de los países más vulnerables del mundo no conseguirán una recuperación plena a menos que los BMD participen en la reestructuración.
En segundo lugar, las percepciones cuentan. Que todos los acreedores externos (incluidos los BMD) participen en la reestructuración eliminará cualquier impresión de injusticia (o «que los costos los paguen otros»); eso a su vez hará que los acreedores bilaterales y privados estén más dispuestos a negociar.
En tercer lugar, el alivio de deuda obtenido mediante el reparto de costos estaría en línea con el mandato central de los BMD de apoyar el desarrollo económico sostenible y eliminar la pobreza extrema. Sin una solución a la crisis, los países sobreendeudados no podrán avanzar hacia los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas, mucho menos alcanzarlos antes de 2030. La única forma de que los gobiernos afectados puedan invertir en áreas de alta prioridad es que tengan más espacio fiscal.
Finalmente, una crisis de deuda prolongada será muy costosa para las divisiones de los BMD encargadas de otorgar préstamos concesionarios: al aumentar los indicadores de sobreendeudamiento de los PBI, lo mismo sucederá con la parte concesionaria de la asistencia que proveen los BMD. Tomemos por ejemplo la Asociación Internacional de Fomento (AIF), el organismo del Banco Mundial encargado de otorgar crédito a los países más pobres. Según nuestros cálculos, las donaciones de la AIF basadas en criterios de sostenibilidad de deuda pasaron de 600 millones de dólares en 2012 a 4900 millones en 2021, es decir, del 8% al 36% de sus compromisos. Así pues, acelerar la búsqueda de una solución al problema de la deuda beneficiará a los BMD.
Pero los BMD ofrecen préstamos en condiciones más favorables que otros acreedores. Por eso, para que la distribución de pérdidas sea equitativa, hay que aplicar reglas de comparabilidad de tratamiento justas, que tengan en cuenta el costo del préstamo.
Usando dichas reglas, calculamos que otorgar una quita de deuda de 55 000 millones de dólares (el 39%) a 41 países y PEID sobreendeudados con acceso a fondos de la AIF provocaría una pérdida de 8000 millones de dólares para los BMD y 27 000 millones de dólares para los acreedores privados. Este escenario le costaría a la AIF dos mil millones de dólares, mucho menos de lo que hoy gasta en donaciones dependientes de indicadores de sobreendeudamiento. Con una reducción más generosa, del 64% (similar a la que se proveyó durante la Iniciativa para Países Pobres muy Endeudados), el total de pérdidas para los BMD sería 25 000 millones de dólares.
Y si los BMD participaran en una quita de deudas más abarcadora que incluya a 61 países con problemas graves de deuda (entre ellos algunos de ingresos medios como Egipto, Nigeria y Pakistán), una reducción del 39% con reglas de comparabilidad de tratamiento justas les costaría 37 000 millones de dólares. No es una cifra menor. Pero aceptando esta pérdida, los BMD harían posible un alivio general de deuda por 305 000 millones de dólares (incluidos 209 000 millones con los acreedores privados). Es decir, cada dólar que contribuyan los donantes a través de los BMD se convertiría en siete dólares de alivio total de deuda, un multiplicador asombroso.
Es posible compartir las pérdidas sin poner en riesgo las altas calificaciones crediticias de los BMD ni su acceso privilegiado a capital de bajo costo. Reestructuraciones de deuda soberana del pasado indican que los BMD pueden cubrir los costos apelando a los aportes de sus donantes y a sus recursos internos. También pueden revivir acuerdos institucionales como el fondo de alivio de deudas del Banco Mundial (DRTF) y usar sus balances precautorios en cuanto reciban inyecciones de capital fresco.
Si realmente queremos resolver la creciente crisis de deuda del sur global, los BMD tienen que estar dispuestos a aceptar una quita. Es el único modo de hacer avances hacia la reestructuración de deudas. Pero para que el reparto de las pérdidas sea equitativo, hay que usar reglas de comparabilidad de tratamiento justas, que tengan en cuenta el costo del préstamo y el grado de concesionalidad. El alivio de deuda tiene un precio, pero es un precio que vale la pena pagar para poner a los países vulnerables, y al mundo en general, en una senda hacia la resiliencia climática y el desarrollo sostenible.
LONDRES – La urgencia de resolver la crisis de deuda soberana de los países en desarrollo no para de crecer. Mientras aumentan las temperaturas globales y se cierne sobre el planeta la amenaza de un daño irreversible, el peso de la deuda impide a muchos países de bajos ingresos (PBI) en África y otras regiones invertir en acción climática. El intento de hallar respuestas mediante el marco común del G20 para el tratamiento de deudas está trabado por disputas entre los acreedores, lo que anula cualquier posibilidad de una solución oportuna y significativa.
Una cuestión que ha sido particularmente discutida es si los bancos multilaterales de desarrollo (BMD) participarán de las pérdidas junto con otros acreedores. El G20 pidió a los BMD elaborar fórmulas para el reparto de los costos, pero no ha surgido ningún plan sistemático. China (a diferencia del Club de París de acreedores soberanos) insistió en que los BMD acepten una quita de deuda, pero luego suavizó su postura en las reuniones de primavera del Grupo Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional de este año. Pero en la reciente cumbre del grupo BRICS se reiteró el pedido de que los BMD participen.
Y es un pedido razonable. Como mostramos en un nuevo informe, la participación de los BMD en las reestructuraciones de deuda soberana no sólo es factible sino también necesaria para resolver el atasco actual. Para empezar, al menos la mitad de toda la deuda soberana externa de 27 países sobreendeudados, muchos de los cuales son países de bajos ingresos (PBI) o pequeños estados insulares en desarrollo (PEID), es con acreedores multilaterales. De modo que incluso cancelando toda la deuda bilateral y privada, algunos de los países más vulnerables del mundo no conseguirán una recuperación plena a menos que los BMD participen en la reestructuración.
En segundo lugar, las percepciones cuentan. Que todos los acreedores externos (incluidos los BMD) participen en la reestructuración eliminará cualquier impresión de injusticia (o «que los costos los paguen otros»); eso a su vez hará que los acreedores bilaterales y privados estén más dispuestos a negociar.
En tercer lugar, el alivio de deuda obtenido mediante el reparto de costos estaría en línea con el mandato central de los BMD de apoyar el desarrollo económico sostenible y eliminar la pobreza extrema. Sin una solución a la crisis, los países sobreendeudados no podrán avanzar hacia los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas, mucho menos alcanzarlos antes de 2030. La única forma de que los gobiernos afectados puedan invertir en áreas de alta prioridad es que tengan más espacio fiscal.
Finalmente, una crisis de deuda prolongada será muy costosa para las divisiones de los BMD encargadas de otorgar préstamos concesionarios: al aumentar los indicadores de sobreendeudamiento de los PBI, lo mismo sucederá con la parte concesionaria de la asistencia que proveen los BMD. Tomemos por ejemplo la Asociación Internacional de Fomento (AIF), el organismo del Banco Mundial encargado de otorgar crédito a los países más pobres. Según nuestros cálculos, las donaciones de la AIF basadas en criterios de sostenibilidad de deuda pasaron de 600 millones de dólares en 2012 a 4900 millones en 2021, es decir, del 8% al 36% de sus compromisos. Así pues, acelerar la búsqueda de una solución al problema de la deuda beneficiará a los BMD.
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Pero los BMD ofrecen préstamos en condiciones más favorables que otros acreedores. Por eso, para que la distribución de pérdidas sea equitativa, hay que aplicar reglas de comparabilidad de tratamiento justas, que tengan en cuenta el costo del préstamo.
Usando dichas reglas, calculamos que otorgar una quita de deuda de 55 000 millones de dólares (el 39%) a 41 países y PEID sobreendeudados con acceso a fondos de la AIF provocaría una pérdida de 8000 millones de dólares para los BMD y 27 000 millones de dólares para los acreedores privados. Este escenario le costaría a la AIF dos mil millones de dólares, mucho menos de lo que hoy gasta en donaciones dependientes de indicadores de sobreendeudamiento. Con una reducción más generosa, del 64% (similar a la que se proveyó durante la Iniciativa para Países Pobres muy Endeudados), el total de pérdidas para los BMD sería 25 000 millones de dólares.
Y si los BMD participaran en una quita de deudas más abarcadora que incluya a 61 países con problemas graves de deuda (entre ellos algunos de ingresos medios como Egipto, Nigeria y Pakistán), una reducción del 39% con reglas de comparabilidad de tratamiento justas les costaría 37 000 millones de dólares. No es una cifra menor. Pero aceptando esta pérdida, los BMD harían posible un alivio general de deuda por 305 000 millones de dólares (incluidos 209 000 millones con los acreedores privados). Es decir, cada dólar que contribuyan los donantes a través de los BMD se convertiría en siete dólares de alivio total de deuda, un multiplicador asombroso.
Es posible compartir las pérdidas sin poner en riesgo las altas calificaciones crediticias de los BMD ni su acceso privilegiado a capital de bajo costo. Reestructuraciones de deuda soberana del pasado indican que los BMD pueden cubrir los costos apelando a los aportes de sus donantes y a sus recursos internos. También pueden revivir acuerdos institucionales como el fondo de alivio de deudas del Banco Mundial (DRTF) y usar sus balances precautorios en cuanto reciban inyecciones de capital fresco.
Si realmente queremos resolver la creciente crisis de deuda del sur global, los BMD tienen que estar dispuestos a aceptar una quita. Es el único modo de hacer avances hacia la reestructuración de deudas. Pero para que el reparto de las pérdidas sea equitativo, hay que usar reglas de comparabilidad de tratamiento justas, que tengan en cuenta el costo del préstamo y el grado de concesionalidad. El alivio de deuda tiene un precio, pero es un precio que vale la pena pagar para poner a los países vulnerables, y al mundo en general, en una senda hacia la resiliencia climática y el desarrollo sostenible.