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¿Ivanka, la Inevitable?

NUEVA YORK – En su autobiografía, The Trump Card: Playing to Win in Work and Life, la hija mayor de Donald Trump, Ivanka, describe un incidente entre su padre y su segunda esposa, Marla Maples. La familia debía partir hacia Florida en avión privado, pero Maples no llegaba. Cuando estaban a punto de despegar, con sólo cinco minutos de retraso, Ivanka ve un auto entrar a la pista de despegue y a Maples bajar de él a toda prisa. Pero cuando señala la llegada de Maples, su padre se niega a hacer que el piloto detenga el despegue. La agitada Maples tuvo que resignarse a ver desde la pista de despegue cómo el avión se perdía entre las nubes.

La actitud de Trump puede verse como un acto insensible y cruel, un intento vacío y egoísta de afirmar el control sobre quien no obedece. Pero en la mirada de Ivanka, fue una necesaria lección de vida sobre la puntualidad. Décadas después, parece que internalizó muchas de las enseñanzas de su padre en materia de falta de empatía, les agregó el necesario barniz de «mujer perfecta», y se convirtió en la heredera más formidable (y peligrosa) de su padre.

Hace cinco años, yo no hubiera perdido un solo minuto pensando en Ivanka Trump. Hubiera dejado con gusto que los tabloides se ocuparan de su vida de mujer famosa (primero como modelo, después como ejecutiva de una marca de ropa de imitación). Tampoco hubiera escrito acerca de su padre. Pero la captura de buena parte de la vida política, psíquica e incluso espiritual de los Estados Unidos a manos de esta familia bañada en oro obliga a prestar atención.

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