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¿La Fed está en problemas otra vez?

STANFORD – Hace cincuenta años, el 22 de junio de 1971, el presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos Arthur Burns escribió un memorándum al presidente Richard Nixon que se recordará con vergüenza. La inflación estaba en aumento y Burns quería que la Casa Blanca entendiera que el alza de los precios no se debía a la política monetaria o a alguna acción que la Fed hubiera emprendido bajo su conducción. El problema, más bien, era que “la estructura de la economía había cambiado profundamente”. En consecuencia, Burns escribió recomendando “una política fuerte de salarios y precios”:

“Ya he diseñado para usted un posible camino para una política de esas características –una presión enfática y acentuada, acompañada por una junta de revisión de salarios y precios (preferentemente a través de la instrumentalización del Comité del Gabinete sobre Política Económica); y en caso de un éxito insuficiente (algo que ahora es más probable de lo que habría sido hace un año o dos), seguido –quizá no más tarde del próximo mes de enero- por un congelamiento de salarios y precios de seis meses”.

Quizá debido a la reputación de académico renombrado de Burns (fue maestro de Milton Friedman) y a su larga experiencia como responsable de las políticas económicas, el memo convenció a Nixon de avanzar con un congelamiento de los salarios y los precios, y de proceder luego con una política de controles y lineamientos de salarios y precios para toda la economía. Por un tiempo después de que se implementara el congelamiento, los controles y los lineamientos parecían funcionar. Inclusive fueron políticamente populares durante un período breve. La inflación bajó ligeramente y el congelamiento fue seguido por más controles obligatorios que les exigían a las empresas obtener permiso de una comisión para cambiar los salarios y los precios.

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