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Contabilidad para el capitalismo de casino

MÚNICH – El colapso espectacular de Silicon Valley Bank (SVB) -la segunda quiebra bancaria más importante en la historia de Estados Unidos- ha evocado recuerdos del colapso en 2008 de Lehman Brothers, que desató la peor crisis económica desde la Gran Depresión. Pero la situación actual, al menos para los alemanes y otros europeos, es más reminiscente del “derrumbe de los fundadores” (Gründerkrach) de 1873. Entonces, como ahora, una era de crédito barato había alimentado un auge tecnológico provocando, luego, una crisis bancaria. En aquellos días, las empresas nuevas estaban en el sector de los ferrocarriles, de la electrónica y de la química, pero también había una cantidad importante de nuevas empresas financieras que subían con la marea. En ambos casos, la crisis estaba arraigada en reglas contables deficientes que convirtieron al sistema financiero en un campo de juego para los apostadores.

Antes de los años 1870, la liberalización de las leyes corporativas alemanas y austrohúngaras que habían preparado el camino para las sociedades por acciones había exceptuado a los fundadores de toda responsabilidad privada, lo que condujo a una explosión de empresas nuevas con un alto nivel de financiación. Gran parte de esta locura por las sociedades por acciones se concentraba en las industrias manufactureras incipientes, cuyo rápido crecimiento generó un período de prosperidad económica sin precedentes conocida como la “era de los fundadores” (Gründerzeit). Las ciudades en los países de habla alemana de Europa pronto se llenaron de edificios Gründerzeit grandiosos, algunos de los cuales todavía hoy se pueden admirar, mientras que las nuevas instituciones financieras recaudaban fondos y depósitos para invertir en títulos y acciones de empresas.

Pero las normas contables laxas, en definitiva, llevaron al desastre a las nuevas firmas financieras. El crédito bancario de fácil acceso resultó en una economía sobrecalentada y alimentó una burbuja especulativa peligrosa. La burbuja estalló cuando la Bolsa de Viena se derrumbó el “Viernes Negro” del 9 de mayo de 1873, días después de que Österreichische Creditanstalt -el banco más importante en el imperio austrohúngaro- retiró sus inversiones de una cartera de títulos muy importante tras rumores de un colapso inminente de la bolsa. En el lapso de un año, casi la quinta parte de las 843 nuevas sociedades por acciones fundadas en Alemania desde 1870 habían quebrado. Ese verano, la ola de quiebras llegó a Estados Unidos, dando lugar a una recesión económica global prolongada.

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