TILBURG – Tras su reelección, el presidente de los EE.UU. Barack Obama casi inmediatamente dirigió su atención a refrenar la creciente deuda nacional estadounidense. De hecho, casi todos los países occidentales están aplicando políticas destinadas a reducir el volumen de la deuda pública, o al menos detener el crecimiento del mismo.
En su muy citado artículo (“Growth in a Time of Debt,”Kenneth Rogoff “Crecimiento en tiempos de deuda”) Kenneth Rogoff y Carmen Reinhart sostienen que cuando la deuda pública supera el 90% del PIB, los países sufren un crecimiento económico más lento. La deuda nacional de muchos países occidentales ahora se encuentra peligrosamente cerca, y en algunos casos supera, este umbral crítico.
En efecto, según la OCDE (according to the OECD), a finales de este año, el ratio entre la deuda nacional de Estados Unidos/PIB se elevará a 108,6%. La deuda pública de la eurozona se sitúa en el 99,1% del PIB, liderada por Francia, donde se espera que llegue al 105,5%, y el Reino Unido, donde se prevé alcanzará el 104,2%. Incluso en la muy disciplinada Alemania se espera que finalice el año cerca del umbral del 90%, en un 88,5%.
Los países pueden reducir su deuda nacional al reducir el déficit presupuestario o lograr un superávit primario (el saldo fiscal menos los pagos de intereses sobre la deuda pendiente). Esto se puede lograr a través de aumentos de impuestos, recortes al gasto público, crecimiento económico más rápido, o alguna combinación de estos componentes.
Cuando la economía está creciendo, los estabilizadores automáticos actúan de manera mágica. A medida que más personas trabajan y ganan más dinero, aumentan las obligaciones tributarias y disminuyen los beneficios gubernamentales, como por ejemplo el seguro de desempleo. Con más ingresos y menos pagos, el déficit presupuestario disminuye.
Pero en tiempos de crecimiento económico lento, las opciones que tienen a disposición los formuladores de políticas son sombrías. El aumento de los impuestos no es sólo impopular, sino que puede ser contraproducente, debido a la ya alta tributación en muchos países. Es también difícil ganar apoyo público para los recortes de gastos. Como resultado, muchos formuladores de políticas occidentales están en la búsqueda de soluciones alternativas – muchas de los cuales se pueden clasificar como represión financiera.
Project Syndicate is returning to Climate Week NYC with an even more expansive program. Join us live on September 22 as we welcome speakers from around the world at our studio in Manhattan to address critical dimensions of the climate debate.
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La represión financiera se produce cuando los gobiernos toman medidas para canalizar fondos hacia sus arcas; fondos que, en un mercado desregulado, se dirigirían a otros lugares. Por ejemplo, muchos gobiernos han implementado regulaciones para los bancos y las compañías de seguros que aumentan el monto de la deuda pública que estas instituciones tienen en su poder.
Considere las normas bancarias internacionales Basilea III (Basel III). Entre otras cosas, las normas Basilea III establecen que los bancos no tienen obligación de guardar dinero en efectivo como respaldo de sus inversiones en bonos de deuda pública con una calificación de AA- o superior. Además, no se requiere que guarden efectivo como respaldo de sus inversiones en bonos emitidos por los gobiernos de sus países de origen, independientemente de la calificación que dichos bonos tengan.
Al mismo tiempo, los bancos centrales occidentales está usando otro tipo de represión financiera al mantener tasas de interés reales que son negativas (lo que supondría que devengan menos que la tasa de inflación), lo que les permite pagar sus deudas de forma gratuita. La tasa de interés fijada como política del Banco Central Europeo se sitúa en el 0,75%, mientras que la tasa de inflación anual de la eurozona es del 2,5%. Del mismo modo, el Banco de Inglaterra mantiene su tasa de interés en sólo el 0,5%, a pesar de que se tiene una tasa de inflación que ronda por encima del 2%. Y, en los Estados Unidos, donde la inflación supera el 2%, la tasa de interés de referencia para fondos federales permanece en un mínimo histórico del 0-0,25%.
Por otra parte, teniendo en cuenta que el Banco Central Europeo, el Banco de Inglaterra y la Reserva Federal se están lanzando a los mercados de capital – a través de la flexibilización cuantitativa (QE) en los EE.UU. y el Reino Unido, y a través del programa de “transacciones monetarias diréctas” (OMT) del Banco Central Europeo en la eurozona – las tasas de interés reales de largo plazo también son negativas (la tasa de interés real a 30 años en los EE.UU. es positiva, pero apenas).
Estas tácticas (Such tactics), en las que se insta a los bancos, no se los coacciona, a invertir en deuda pública, se constituyen en represión financiera “suave”. Pero los gobiernos pueden ir más allá de esos métodos, exigiendo que las instituciones financieras mantengan o aumenten sus inversiones en deuda pública, tal como hizo en el año 2009 (did in 2009) la Autoridad de Servicios Financieros del Reino Unido.
De manera similar, en el año 2011, los bancos españoles aumentaron sus préstamos al gobierno en casi un 15%, a pesar de que los prestatarios del sector privado que obtuvieron créditos y el gobierno español se tornaron en menos solventes. Un banquero italiano sénior dijo una vez que los bancos italianos serían ahorcados por el Ministerio de Finanzas, si vendían parte de su cartera de deuda pública. Y un banquero portugués declaró que, no obstante que los bancos debiesen reducir su exposición a la deuda pública de riesgo, la presión del gobierno para que los bancos compren más de dicha deuda era abrumadora.
Asimismo, en muchos países, entre ellos Francia, Irlanda y Portugal, los gobiernos han asaltado los fondos de pensiones con el fin de financiar sus déficits presupuestarios. El Reino Unido está a punto de tomar una medida similar, al “permitir” que los fondos de pensiones de los gobiernos locales inviertan en proyectos de infraestructura.
La financiación monetaria directa o indirecta de los déficits presupuestarios solía considerarse como uno de los pecados más graves que un banco central podría cometer. La flexibilización cuantitativa (QE) y las transacciones monetarias diréctas (OMT) son simplemente las nuevas encarnaciones de esta vieja transgresión. Dichas políticas de los bancos centrales, junto con Basilea III, indican que la represión financiera probablemente definirá el panorama económico durante al menos una década más.
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The International Monetary Fund’s surcharge policy has led to an unseemly state of affairs: countries in financial distress have become the largest source of net revenue to the Fund in recent years. These surcharges must be eliminated or, at the very least, adjusted to reduce the excessive burden on highly indebted countries.
decry the counterproductive practice of imposing additional fees on countries in debt distress.
When it comes to alleviating the severe demographic crisis that China faces, prohibiting international adoptions of Chinese children amounts to a mere drop in the bucket. Still, the government's decision to do so is significant, as it reflects a long-overdue recognition that people should not be viewed as a burden.
welcomes the government's apparent recognition that a severe demographic crisis looms.
With less than two months to go until the US presidential election, the candidates’ opposing worldviews, objectives, and priorities – and their implications for international relations, the economy, and democracy – have come into sharper focus. While it is impossible to know exactly what a leader will do once in office, the contours of both a Donald Trump and a Kamala Harris presidency are remarkably well defined.
TILBURG – Tras su reelección, el presidente de los EE.UU. Barack Obama casi inmediatamente dirigió su atención a refrenar la creciente deuda nacional estadounidense. De hecho, casi todos los países occidentales están aplicando políticas destinadas a reducir el volumen de la deuda pública, o al menos detener el crecimiento del mismo.
En su muy citado artículo (“Growth in a Time of Debt,”Kenneth Rogoff “Crecimiento en tiempos de deuda”) Kenneth Rogoff y Carmen Reinhart sostienen que cuando la deuda pública supera el 90% del PIB, los países sufren un crecimiento económico más lento. La deuda nacional de muchos países occidentales ahora se encuentra peligrosamente cerca, y en algunos casos supera, este umbral crítico.
En efecto, según la OCDE (according to the OECD), a finales de este año, el ratio entre la deuda nacional de Estados Unidos/PIB se elevará a 108,6%. La deuda pública de la eurozona se sitúa en el 99,1% del PIB, liderada por Francia, donde se espera que llegue al 105,5%, y el Reino Unido, donde se prevé alcanzará el 104,2%. Incluso en la muy disciplinada Alemania se espera que finalice el año cerca del umbral del 90%, en un 88,5%.
Los países pueden reducir su deuda nacional al reducir el déficit presupuestario o lograr un superávit primario (el saldo fiscal menos los pagos de intereses sobre la deuda pendiente). Esto se puede lograr a través de aumentos de impuestos, recortes al gasto público, crecimiento económico más rápido, o alguna combinación de estos componentes.
Cuando la economía está creciendo, los estabilizadores automáticos actúan de manera mágica. A medida que más personas trabajan y ganan más dinero, aumentan las obligaciones tributarias y disminuyen los beneficios gubernamentales, como por ejemplo el seguro de desempleo. Con más ingresos y menos pagos, el déficit presupuestario disminuye.
Pero en tiempos de crecimiento económico lento, las opciones que tienen a disposición los formuladores de políticas son sombrías. El aumento de los impuestos no es sólo impopular, sino que puede ser contraproducente, debido a la ya alta tributación en muchos países. Es también difícil ganar apoyo público para los recortes de gastos. Como resultado, muchos formuladores de políticas occidentales están en la búsqueda de soluciones alternativas – muchas de los cuales se pueden clasificar como represión financiera.
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La represión financiera se produce cuando los gobiernos toman medidas para canalizar fondos hacia sus arcas; fondos que, en un mercado desregulado, se dirigirían a otros lugares. Por ejemplo, muchos gobiernos han implementado regulaciones para los bancos y las compañías de seguros que aumentan el monto de la deuda pública que estas instituciones tienen en su poder.
Considere las normas bancarias internacionales Basilea III (Basel III). Entre otras cosas, las normas Basilea III establecen que los bancos no tienen obligación de guardar dinero en efectivo como respaldo de sus inversiones en bonos de deuda pública con una calificación de AA- o superior. Además, no se requiere que guarden efectivo como respaldo de sus inversiones en bonos emitidos por los gobiernos de sus países de origen, independientemente de la calificación que dichos bonos tengan.
Al mismo tiempo, los bancos centrales occidentales está usando otro tipo de represión financiera al mantener tasas de interés reales que son negativas (lo que supondría que devengan menos que la tasa de inflación), lo que les permite pagar sus deudas de forma gratuita. La tasa de interés fijada como política del Banco Central Europeo se sitúa en el 0,75%, mientras que la tasa de inflación anual de la eurozona es del 2,5%. Del mismo modo, el Banco de Inglaterra mantiene su tasa de interés en sólo el 0,5%, a pesar de que se tiene una tasa de inflación que ronda por encima del 2%. Y, en los Estados Unidos, donde la inflación supera el 2%, la tasa de interés de referencia para fondos federales permanece en un mínimo histórico del 0-0,25%.
Por otra parte, teniendo en cuenta que el Banco Central Europeo, el Banco de Inglaterra y la Reserva Federal se están lanzando a los mercados de capital – a través de la flexibilización cuantitativa (QE) en los EE.UU. y el Reino Unido, y a través del programa de “transacciones monetarias diréctas” (OMT) del Banco Central Europeo en la eurozona – las tasas de interés reales de largo plazo también son negativas (la tasa de interés real a 30 años en los EE.UU. es positiva, pero apenas).
Estas tácticas (Such tactics), en las que se insta a los bancos, no se los coacciona, a invertir en deuda pública, se constituyen en represión financiera “suave”. Pero los gobiernos pueden ir más allá de esos métodos, exigiendo que las instituciones financieras mantengan o aumenten sus inversiones en deuda pública, tal como hizo en el año 2009 (did in 2009) la Autoridad de Servicios Financieros del Reino Unido.
De manera similar, en el año 2011, los bancos españoles aumentaron sus préstamos al gobierno en casi un 15%, a pesar de que los prestatarios del sector privado que obtuvieron créditos y el gobierno español se tornaron en menos solventes. Un banquero italiano sénior dijo una vez que los bancos italianos serían ahorcados por el Ministerio de Finanzas, si vendían parte de su cartera de deuda pública. Y un banquero portugués declaró que, no obstante que los bancos debiesen reducir su exposición a la deuda pública de riesgo, la presión del gobierno para que los bancos compren más de dicha deuda era abrumadora.
Asimismo, en muchos países, entre ellos Francia, Irlanda y Portugal, los gobiernos han asaltado los fondos de pensiones con el fin de financiar sus déficits presupuestarios. El Reino Unido está a punto de tomar una medida similar, al “permitir” que los fondos de pensiones de los gobiernos locales inviertan en proyectos de infraestructura.
La financiación monetaria directa o indirecta de los déficits presupuestarios solía considerarse como uno de los pecados más graves que un banco central podría cometer. La flexibilización cuantitativa (QE) y las transacciones monetarias diréctas (OMT) son simplemente las nuevas encarnaciones de esta vieja transgresión. Dichas políticas de los bancos centrales, junto con Basilea III, indican que la represión financiera probablemente definirá el panorama económico durante al menos una década más.
Traducido del inglés por Rocío L. Barrientos.