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Los beneficios de un Consejo de Estabilidad de los Sistemas Alimentarios

LONDRES – La pandemia de COVID-19, las crecientes tasas de pobreza y desigualdad en el mundo, la persistencia de los conflictos, así como la escalada de la crisis climática y de la biodiversidad son conmociones y tensiones que, en conjunto, contribuyen al aumento del hambre y al incremento de la inseguridad alimentaria y nutricional. A fin de coadyuvar de manera más eficaz con el abordaje de este problema urgente, y hacer que el sistema alimentario mundial sea más estable y tenga resiliencia, los gobiernos deberían considerar la posibilidad de establecer un Consejo de Estabilidad de los Sistemas Alimentarios (CESA) que se constituya como un organismo nuevo y multilateral liderado por las Naciones Unidas.

Hoy en día, entre 720 millones y 811 millones de personas, es decir alrededor del 10% de la población mundial, se acuestan sintiendo hambre todas las noches, y al menos 2.400 millones de personas carecen de acceso a una dieta saludable y nutritiva. Es probable que estas tendencias persistan debido a la falta de una acción internacional de importantes proporciones. El informe más reciente del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático demuestra que los efectos del calentamiento global no han dejado a ninguna región intacta, lo que conlleva implicaciones significativas para el sistema alimentario a lo largo de las próximas décadas.

Los sistemas alimentarios sustentan la seguridad de la economía mundial, así como la seguridad nacional en muchos países: el hambre y la falta de acceso a los alimentos han sido históricamente los propulsores de los disturbios civiles. Estos sistemas también se encuentran entre los principales impulsores de la pérdida de ecosistemas y el cambio climático, y la agricultura y el cambio de uso de la tierra son responsables de una cuarta parte de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero. Al mismo tiempo, los ecosistemas, como los bosques, los manglares y los océanos, son fundamentales para los esfuerzos que hace la humanidad para adaptarse a los cambios climáticos que ya están en curso.

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