La belleza de las elecciones feas

Las elecciones en países que no han conocido la democracia nunca son hermosas, como lo demuestran los comicios recientes en Afganistán y como probablemente será cualquier elección en Iraq. Pero las fallas electorales no siempre describen todo el cuadro.

Consideremos Kazajstán, donde 5 millones de personas emitieron su voto en septiembre para elegir a la cámara baja de su parlamento. Los medios occidentales declararon que las elecciones fueron un fracaso. CNN informó que no fueron "ni equitativas ni libres". El Economist se refirió sarcásticamente a los "resultados" entre comillas. Muchos citaron la declaración de la OSCE de que las elecciones estuvieron llenas de "graves deficiencias".

Esas elecciones tuvieron defectos, pero sólo un pequeño porcentaje de las infracciones fue el resultado de manipulaciones deliberadas. Nosotros estuvimos ahí y visitamos ocho casillas urbanas y rurales, platicamos con alrededor de cien electores, funcionarios electorales y observadores, así como con funcionarios de seis partidos. La mayoría de las fallas se debieron a la ineptitud para organizar.

Los peores casos de manipulación abierta sucedieron cuando burócratas locales -nombrados desde arriba-presionaron a los electores para que apoyaran al Partido Otan del Presidente Nursultan Nazarbayev. Este problema continuará sin duda hasta que haya más funcionarios locales electos.

Muchos de los demás problemas, tal vez la mayoría, fueron de naturaleza administrativa. A menudo los padrones electorales estaban incompletos o eran inexactos. El jefe de la Comisión Central Electoral ha propuesto ahora que los ciudadanos trabajen junto con los funcionarios y administradores electorales en la elaboración del padrón.

El voto electrónico, que se utilizó en el 10% de las casillas, también provocó problemas. Aunque los electores podían escoger entre boletas electrónicas y de papel, hubo dificultades, sobre todo entre los votantes mayores. Otro problema fue el sistema de código de barras, diseñado para evitar el doble sufragio. Algunos electores no recibieron sus códigos de barras y otros temían que sus patrones los usaran para saber por quién habían votado.

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A pesar de la garantía de cobertura igual en los medios establecida por la nueva ley electoral, los canales de TV del gobierno dedicaron más tiempo a los partidos pro gobierno. Las protestas de algunos partidos que no pudieron costear los altos costos de los espacios televisivos y los anuncios espectaculares se parecen a quejas similares en los EU.

Fue mucho más grave la falta de transparencia en la Comisión Central Electoral y los desequilibrios políticos en algunas comisiones locales. Algo de eso pudo haber sido deliberado, pero la incompetencia también tuvo que ver.

¿Qué tan malas fueron las elecciones? Las encuestas de salida sugieren que los votos escrutados reflejan bastante las preferencias de los electores. ¿Pero cómo explicar las acusaciones de "violaciones flagrantes" que hace el Partido Ak Zhol, el grupo opositor más grande, o la decisión del Ministro de Información, candidato de ese partido, de renunciar como protesta? ¿O las 89 acusaciones de irregularidades que presentó un solo bloque?

La acusación del ex ministro carece de sinceridad. El mismo encabezó muchas violaciones, hecho que notó la OSCE en 1999. Sólo renunció después de ganar su elección al parlamento. Es claro que Ak Zhol utilizó las acusaciones de irregularidades como arma en contra de los partidos del gobierno. De hecho, muchos grupos opositores recurrieron al juego sucio.

Sin embargo, las elecciones representan un avance significativo. Primero, fueron competitivas. El registro oficial de diez partidos, incluyendo a los grupos de oposición, superó a todas las elecciones anteriores y la OSCE admitió que los electores tuvieron "opciones reales". Si se hubiera dado una manipulación sistemática, no se habrían ido a segunda vuelta la tercera parte de las contiendas.

Además, hubo sorpresas genuinas. Se esperaba que el Partido Asar, fundado y dirigido por la hija del Presidente Nazarbayev se llevara el segundo lugar y asegurara con ello su futura sucesión. Pero a pesar de un financiamiento suficiente y de un acceso abundante a los medios, Asar terminó en tercer lugar. Al mismo tiempo, el 17% de los candidatos fueron mujeres, mucho más que en elecciones anteriores. Las segundas vueltas llevarán a más mujeres que nunca al parlamento de Kasajstán.

La participación fue relativamente alta, con el 57% de los electores registrados, sobre todo tomando en cuenta que la OSCE había afirmado que "el interés del público no parece ser alto"; otros expertos hablaron de "fatiga del elector". Desafiando esas sombrías predicciones, los electores claramente sintieron que las elecciones importaban. Por primera vez, los partidos pudieron presentar sus argumentos en siete debates televisados a nivel nacional. Muchos electores cambiaron sus preferencias después de verlos.

Algo más que sucedió por primera vez fue que observadores de todos los partidos supervisaron la votación. Miles de voluntarios se tomaron su papel en serio y formularon las quejas que el procurador está investigando. Otros 1,029 observadores extranjeros vinieron de lugares tan remotos como la India y Tailandia. El gobierno sabía que los observadores encontrarían irregularidades, pero cree que no tiene nada que ocultar y mucho que ganar de la crítica honesta.

Incluso el experimento con las máquinas de voto electrónico fue un éxito limitado. La decisión de usarlas se debió haber tomado antes para permitir una mayor capacitación, pero la mayoría de los electores no tuvieron problemas. Fue igualmente importante que no hubiera periódicos cerrados, artículos censurados o periodistas hostigados como sucedía en elecciones anteriores en Kazajstán.

Obviamente las fallas de las elecciones no se pueden ocultar. Pero tampoco es que Kazajstán quiera hacerlo. Ya han comenzado los debates públicos sobre cómo mejorar el sistema. Al mismo tiempo, el proceso en su conjunto legitima aún más las elecciones ante los ojos de personas acostumbradas a la regla soviética de descartar las elecciones como farsas.

Kazajstán se merece las críticas que recibió de los observadores electorales occidentales. Pero también se ganó elogios que no han llegado. Las elecciones de Kazajstán significan un gran paso hacia delante. Incluso una elección fea puede ser hermosa si hace que la democracia avance -una lección importante para países como Afganistán e Iraq.

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