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La apuesta de tres vías de Sarkozy para la OTAN

PARÍS – El retorno de Francia a la estructura militar integrada de la OTAN después de una ausencia de 43 años el año pasado puso fin a una de las excepciones francesas . También ayudó a ponerle un marco al creciente debate sobre si desarrollar de manera más eficiente la defensa europea o reformar seriamente la Alianza del Atlántico.

A primera vista, parecería que Francia eligió a la OTAN a expensas de la Política Europea de Seguridad y Defensa (ESDP, por su sigla en inglés) nacida hace diez años. Pero esa interpretación supone una visión demasiado pesimista de los logros de la ESDP en la última década, y se basa en una concepción errónea de las relaciones entre la OTAN y la Unión Europea.


Por cierto, el retorno de Francia a la OTAN dista mucho de un giro de 180 grados que refleja un desencanto con la ESDP. Más bien, es el producto de un proceso de 15 años de reacercamiento con la OTAN -y del verdadero progreso que se está obteniendo en materia de defensa europea.

La reintegración de Francia a la OTAN es, en realidad, la etapa final de un proceso que ha visto al ejército francés desempeñar un papel cada vez más importante en las operaciones de la alianza. Francia se ha estado alineando con las estructuras militares de una OTAN que progresivamente abandonó las prácticas que fueron el origen de la decisión del general Charles de Gaulle de retirarse, principalmente el hecho de que todas las fuerzas de la OTAN estuvieran bajo un único comando, incluso en tiempos de paz.

Por ende, la política de Sarkozy para la OTAN no es tanto un giro en U radical con respecto a las políticas de sus antecesores como la continuación de decisiones y procesos en los años 1990. Donde Sarkozy sí se distingue es al adoptar una postura pro-atlántica más abierta.

Más allá de la polémica muchas veces partidaria e intrínsecamente francesa sobre la decisión de Sarkozy respecto de la OTAN, es posible discernir lo que podría definirse como una apuesta de tres vías por parte del presidente francés. La primera tiene que ver con construir una defensa europea en armonía con la OTAN, y no enfrentada a ella. Haber puesto fin a la excepción francesa en la OTAN ha eliminado la sospecha de que Francia, en realidad, respaldaba el desarrollo de la defensa europea sólo para competir con la alianza o para debilitarla.

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Si esta sospecha tenía algo de cierto o no, el mensaje para muchos aliados es claro: los procesos que los franceses quieren para la ESDP son compatibles con su integración plena y total a la OTAN. El respaldo norteamericano de los esfuerzos de la Unión Europea por desempeñar un papel más importante en la defensa y la seguridad -una postura evidente desde 2007 y confirmada por la llegada de la administración Obama- consolida esta estrategia.

La segunda parte de la apuesta de Sarkozy implica reformar y renovar la alianza. El compromiso pleno de Francia aumentará el ritmo de la reforma en la OTAN y hará de la alianza una herramienta mejor adaptada para las crisis del siglo XXI al reducir su engorrosa burocracia. Francia no podía ser un actor activo en este debate sin formar parte de la alianza. Tras la designación de oficiales franceses a una cantidad de posiciones clave de la OTAN, Francia puede, junto con el Reino Unido, Holanda y otros pocos aliados de la OTAN, empezar a implementar las tan necesarias reformas.


La última parte, y tal vez la más difícil, de la apuesta es "europeizar" la alianza. Francia puede ayudar a aportarle más equilibrio a la OTAN al distribuir más equitativamente las responsabilidades políticas y militares entre europeos y norteamericanos. Ahora que están dadas las condiciones políticas adecuadas en Estados Unidos, está en los europeos tomar las decisiones políticas sobre presupuestos y recursos que les permitan fortalecer su rol en la OTAN.

No hay garantía, por supuesto, de que las tres partes de esta apuesta surtan efecto. Las fuerzas de la inercia son siempre fuertes y, cuando se trata de recursos, la crisis económica actual no favorece ni las reformas ambiciosas de la alianza ni una intensificación seria de la ESDP. Tendrán que pasar algunos años antes de que podamos determinar si estas ambiciones han dado sus frutos.

La crítica más seria del retorno de Francia a la alianza ha sido que pone en riesgo el proyecto de defensa europeo, o al menos pone en peligro la visión ambiciosa de la UE como un actor estratégico importante. Si ese fuera el caso, la decisión de Sarkozy, más allá de las ventajas para la OTAN y para Francia, claramente estaría abierta a cuestionamientos.

Si Francia hubiera regresado plenamente a las estructuras militares de la OTAN hace 10 o 15 años, antes de que existiera la ESDP, ésta sería una objeción seria y bien fundada. Pero el hecho de que la UE se haya convertido en un actor político-militar desde 1998 ha cambiado radicalmente las apuestas. En apenas unos años, la Unión construyó un marco para la gestión de las crisis civiles y militares, por más imperfectas o incompletas que todavía puedan ser esas herramientas.

Desde 2003, la UE también comenzó a afianzarse operativamente, desarrollando 23 misiones de la ESDP, seis de las cuales han sido operaciones militares importantes. Se ha comprometido en los Balcanes, África, Oriente Medio y Afganistán, así como en el sudeste asiático con su misión de paz en Aceh, y más recientemente en el Cáucaso y el Océano Indico.

Estas operaciones han variado ampliamente en escala: pasaron de ser unas decenas de observadores, oficiales policiales o asesores civiles a varios miles de soldados. Si bien han sido mayoritariamente en tierra, la operación "Atlanta" frente a las costas de Somalia fue testigo de la primera operación naval de la UE. Todas las misiones fueron lanzadas de manera autónoma, en base a acuerdos de comando nacionales o sacándole le mejor provecho a los acuerdos de comando con la OTAN conocidos como Berlín Plus.

En estas circunstancias, la plena participación de Francia en la OTAN, lejos de enterrar el proyecto europeo, parece una herramienta vital para fortalecerlo. La decisión de Sarkozy ha colocado a Francia en posición de ganar influencia en la alianza y aumentar el ritmo de la reforma de la OTAN, al mismo tiempo que fortalece la ESDP.

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