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Lecciones de las campañas de vacunación contra la COVID-19 en los países con menores ingresos

GINEBRA – El mundo suspiró con alivio cuando la Organización Mundial de la Salud declaró en mayo de 2023 que la COVID-19 había dejado de ser una emergencia sanitaria pública internacional, pero no podemos relajarnos. La pandemia fue un aviso urgente sobre la debilidad de los sistemas sanitarios y ha impulsado su fortalecimiento, previendo una posible nueva variante o la aparición de un nuevo agente patógeno.

Los desafíos de la distribución de vacunas, en especial, resultaron reveladores sobre cómo lograr que una campaña resulte exitosa. Específicamente, los países con menores ingresos demostraron cómo llegar a la gente donde está, con enfoques innovadores y a medida que a menudo requirieron la colaboración de los gobiernos nacionales con las organizaciones locales y las comunidades vulnerables. Su experiencia ofrece lecciones fundamentales mientras el mundo se prepara para la próxima pandemia.

Al igual que sus contrapartes más adineradas, los países con bajos ingresos tuvieron que vacunar a sus poblaciones adultas contra la COVID-19 cuanto antes. Eso implicó llegar a grupos de la población más amplios de los incluidos en sus programas de vacunación infantil, apuntando además a quienes más lo necesitaban: los trabajadores del sector de la salud, las personas inmunocomprometidas y los ancianos.

Pero los países con menores ingresos enfrentaron desafíos únicos: debido al nacionalismo vacunatorio y otros obstáculos, muchos de ellos solo tuvieron acceso a cantidades significativas de dosis mucho después que los países con altos ingresos, lo que demoró sus campañas vacunatorias. La escasez de recursos financieros, sumada a las debilidades de los sistemas sanitarios nacionales, también dificultó la respuesta vacunatoria. Por ejemplo, los países con limitaciones en las cadenas de frío a menudo carecían de las instalaciones de almacenamiento con frío extremo necesarias para algunas vacunas contra la COVID-19. Y los sistemas de información de muchos países eran incapaces de proporcionar datos actualizados y con la profundidad necesaria a quienes debían tomar las decisiones, para ajustar las estrategias de implementación de acuerdo con lo que funcionaba y lo que no.

A pesar de esos desafíos, los países con menores ingresos encontraron formas de cubrir las necesidades de sus comunidades. Esas iniciativas incluyeron actividades de extensión puerta a puerta para vacunar a los ancianos en sus hogares; equipos de vacunación femeninos para alentar la aceptación entre las mujeres; coordinación entre organizaciones profesionales y el sector privado para llegar a quienes más riesgo tenían de enfermarse muy gravemente de COVID-19; equipos de vacunación móviles —en autobuses, motocicletas, camellos, burros y botes— para acceder a áreas desatendidas; y sitios de vacunación en mercados, a lo largo de las rutas empleadas por poblaciones nómades y en los principales puntos de tránsito, entre ellos, estaciones de autobuses.

Somalia dio un buen ejemplo de cómo ir a donde está la gente. La implementación de la vacunación tuvo lugar en un contexto de múltiples desafíos superpuestos: inestabilidad política y conflictos con años de historia; hambre severa causada por la peor sequía en décadas; y el desplazamiento de varios cientos de miles de personas debido a inundaciones históricas. Pero el programa de vacunación contra la polio del país había abierto el camino a la «microplanificación» con información local para encontrar a quienes no estaban vacunados, y esas estrategias específicas garantizaron que las nueve campañas masivas de vacunación contra la COVID-19 llegaran a las poblaciones desatendidas, como las mujeres y las comunidades nómades. Entre septiembre y octubre de 2022, por ejemplo, una campaña en fases del gobierno somalí llegó a 3,2 millones de personas y logró una tasa de vacunación del 37 % con la primera dosis. Igualmente importante fue la inversión somalí en infraestructura de cadenas de frío y logística para la entrega de vacunas, posibilitada gracias al apoyo financiero de organizaciones asociadas.

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Las Islas Salomón, el tercer mayor archipiélago en la región del Pacífico sur, también tuvieron dificultades para vacunar a los habitantes de áreas remotas, debido a que la mayor parte de los recursos del país se concentra en Guadalcanal, la mayor de sus islas. Los profesionales de la salud respondieron con clínicas temporales e informales en las islas exteriores, facilitando la vacunación contra la COVID-19 en las comunidades aisladas y el acceso de sus poblaciones a otros servicios sanitarios.

Mientras tanto, en Sierra Leona, un país cubierto de praderas, sabanas y densos bosques, solo se podía llegar a muchos poblados en moto o a pie, un viaje aún más difícil durante la estación lluviosa; pero los trabajadores sanitarios, junto con movilizadores comunitarios, implementaron clínicas móviles de vacunación en las aldeas rurales. Además, para combatir el miedo a la vacuna, los líderes locales se sometieron al pinchazo y difundieron luego en la comunidad que lo habían hecho, lo que generó un efecto de bola de nieve.

En Mali, el acceso a la información también implicó un gran desafío, ya que mucha gente no sabía que la vacuna contra la COVID-19 estaba disponible, ni conocía su eficacia. Para involucrar a las comunidades y difundir la información, artistas influentes viajaron en camiones hasta mercados con mucha actividad junto con los encargados de la vacunación, para responder preguntas y alentar a quienes pasaban por allí a vacunarse. Con música y bailes crearon una atmósfera optimista. Durante 12 días la caravana tuvo contacto con más de 21 000 personas y vacunó a más de 3000 hombres, mujeres y adolescentes.

Esas estrategias innovadoras pueden servir de modelos para la comunidad mundial, pero también ponen de relieve la importancia de desarrollar programas de vacunación a medida, que a su vez requieren confianza, comunicación clara, acceso equitativo a las vacunas, decisiones basadas en datos, y la colaboración entre gobiernos, organizaciones sanitarias, grupos de base y voluntarios.

Después de la pandemia de la COVID-19, sabemos que se pueden desarrollar vacunas milagrosas rápidamente, y hacerlas llegar a comunidades de difícil acceso. La clave es salir a buscar a la gente.

Traducción al español por Ant-Translation

The-Delivery.org es una cápsula de tiempo digital creada por CEPI, Gavi, UNICEF y la OMS para garantizar el almacenamiento seguro de los descubrimientos oficiales y las historias sobre la distribución de las vacunas contra la COVID-19, y facilitar su acceso a las generaciones futuras.

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