MONTREAL/WASHINGTON, DC – La Cumbre Finanzas en Común de esta semana marcará la primera vez que los líderes de los 450 bancos públicos de desarrollo (BPD) del mundo se reúnan para discutir cómo reorientar las inversiones dirigidas hacia el desarrollo sostenible. Debido a la actual incertidumbre económica mundial y las cada vez más graves amenazas ambientales, la reunión se celebra en un momento crítico. Esta es una oportunidad propicia para considerar cómo las instituciones financieras públicas pueden ayudar a orientar la financiación hacia la conservación y el uso sostenible de los recursos naturales, abriendo así una clase de activos que apoye tanto a las personas como al planeta.
La Cumbre también es una oportunidad para subrayar la importancia vital de un medio ambiente saludable como base para cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, el acuerdo climático de París, y un nuevo y ambicioso marco bajo la Convención de las Naciones Unidas sobre la Diversidad Biológica. De manera más inmediata, los BPD serán de importancia fundamental para los esfuerzos mundiales encaminados a reconstruir de mejor manera después de la pandemia COVID-19 y las consecuencias económicas que conlleva.
En un informe reciente de la iniciativa Financiación para la Biodiversidad se subrayó la urgente necesidad de abordar las deficiencias de los paquetes de estímulo económico COVID-19 de los gobiernos del G20, y se llegó a la conclusión de que con la actual vía de recuperación se corre el riesgo de reforzar tendencias ambientales con efectos negativos. Sin embargo, el informe también puso de relieve la oportunidad de actuar decisivamente para evitar daños irreversibles a la naturaleza que durarán mucho más que la pandemia.
Para cambiar de rumbo, debemos situar a la naturaleza en el centro de la planificación económica, las estrategias y la toma de decisiones. Los servicios eco-sistémicos que proporciona la naturaleza son esenciales para alcanzar el 80% de los objetivos de los ODS, mientras que las soluciones basadas en la naturaleza representan el 30% del camino hacia el logro del objetivo del acuerdo de París, que es limitar el calentamiento global a un nivel por debajo de los 2 grados centígrados con respecto a los niveles preindustriales. La preservación de la naturaleza también es esencial para evitar que las pandemias se repitan.
Los BPD, por lo tanto, tienen una gran oportunidad de complementar sus inversiones en el clima haciendo que las metas y objetivos explícitos basados en la naturaleza sean una parte fundamental de sus esfuerzos para apoyar el desarrollo sostenible. Al fin y al cabo, a diferencia de los bancos privados, muchos BPD tienen un solo accionista: los gobiernos.
Al mismo tiempo, los BPD deben evitar financiar tanto el problema como la solución. Según la OCDE, las actuales inversiones con efectos positivos sobre la biodiversidad a nivel mundial sólo representan una fracción del gasto en actividades que conllevan elevados efectos negativos. Se debe insistir de sobremanera en el impacto potencial que tendrían las instituciones financieras públicas si ponen fin a su apoyo dirigido a proyectos relacionados con combustibles fósiles y a planes que conducen a la deforestación o a la destrucción natural del medio ambiente. Un largamente esperado desplazamiento en las inversiones, que apoye la transición hacia una economía con efectos positivos para la naturaleza y hacia soluciones basadas en la naturaleza para el cambio climático, daría forma al desarrollo de las industrias, la energía, el transporte, los servicios y el consumo a lo largo de las próximas décadas.
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Si bien las estimaciones sobre cuánta financiación sería necesaria para proteger la biodiversidad varían según los supuestos, metodologías y escenarios utilizados, las cifras estimadas se sitúan en un rango que desde los números más altos hasta los más bajos en el ámbito de los tres dígitos de los miles de millones de dólares, todas esas estimaciones apuntan a una brecha significativa y persistente en esta década. Dentro de este contexto, la inversión sostenible significa reconocer las oportunidades de invertir en la naturaleza y comprometerse a cerrar la mencionada brecha.
Ese énfasis en la inversión podría rendir grandes dividendos. En estudios recientes se ha comprobado que si se protege más a la naturaleza se obtendrán beneficios que superarán a los costos por lo menos en una proporción de cinco a uno, y se apoyarían a 30 millones de empleos en ecoturismo y pesca sostenible. Y, ya que más de la mitad del PIB mundial depende de la naturaleza, invertir en proyectos verdes es esencial para el crecimiento económico mundial. Una transición hacia una economía con efectos positivos para la naturaleza podría generar hasta 10,1 millones de millones de dólares en valor anual para las empresas y crear 395 millones de empleos hasta el año 2030.
Actuar ahora para apoyar la conservación de la naturaleza, la restauración y el uso sostenible es una propuesta ganadora, y los gobiernos pueden preparar el terreno para las inversiones necesarias con el propósito de permitir este desplazamiento. En su calidad de proveedores de 2,3 millones de millones de dólares de financiación anual – que representan el 10 por ciento del total de la inversión mundial – los BPD tienen un papel crucial que desempeñar en el apoyo de las políticas públicas y en la movilización de recursos tanto públicos como privados en una escala que pueda encauzar al mundo en un camino sostenible.
La Cumbre Finanzas en Común es un paso importante en el período previo a la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26) a celebrarse el próximo año en Glasgow, Escocia, y a la reunión sobre biodiversidad (COP15) que se llevará a cabo en Kunming, China. Nos complace ver que esta semana los BPD en su declaración común en la Cumbre se comprometerán a apoyar la acción climática, los ODS, y la protección de la biodiversidad. Es por eso que la Convención de las Naciones Unidas sobre la Diversidad Biológica/COP15 decidió apoyar el evento. Observaremos muy atentamente la implementación por parte de los BPD de estos compromisos, así como la evolución de sus abordajes con respecto a la inversión y la gestión de riesgos.
Esperamos con optimismo que a lo largo de los próximos meses podamos trabajar tanto con instituciones públicas de financiación como instituciones privadas de financiación con dirección al logro de objetivos comunes y la adopción de un ambicioso marco de diversidad biológica mundial posterior al año 2020. Al trazar un camino hacia un futuro económico más sostenible, el mundo puede hacer realidad la visión compartida de “vivir en armonía con la naturaleza” hasta el año 2050 de la Convención sobre la Diversidad Biológica.
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The Norwegian finance ministry recently revealed just how much the country has benefited from Russia's invasion of Ukraine, estimating its windfall natural-gas revenues for 2022-23 to be around $111 billion. Yet rather than transferring these gains to those on the front line, the government is hoarding them.
argue that the country should give its windfall gains from gas exports to those on the front lines.
MONTREAL/WASHINGTON, DC – La Cumbre Finanzas en Común de esta semana marcará la primera vez que los líderes de los 450 bancos públicos de desarrollo (BPD) del mundo se reúnan para discutir cómo reorientar las inversiones dirigidas hacia el desarrollo sostenible. Debido a la actual incertidumbre económica mundial y las cada vez más graves amenazas ambientales, la reunión se celebra en un momento crítico. Esta es una oportunidad propicia para considerar cómo las instituciones financieras públicas pueden ayudar a orientar la financiación hacia la conservación y el uso sostenible de los recursos naturales, abriendo así una clase de activos que apoye tanto a las personas como al planeta.
La Cumbre también es una oportunidad para subrayar la importancia vital de un medio ambiente saludable como base para cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, el acuerdo climático de París, y un nuevo y ambicioso marco bajo la Convención de las Naciones Unidas sobre la Diversidad Biológica. De manera más inmediata, los BPD serán de importancia fundamental para los esfuerzos mundiales encaminados a reconstruir de mejor manera después de la pandemia COVID-19 y las consecuencias económicas que conlleva.
En un informe reciente de la iniciativa Financiación para la Biodiversidad se subrayó la urgente necesidad de abordar las deficiencias de los paquetes de estímulo económico COVID-19 de los gobiernos del G20, y se llegó a la conclusión de que con la actual vía de recuperación se corre el riesgo de reforzar tendencias ambientales con efectos negativos. Sin embargo, el informe también puso de relieve la oportunidad de actuar decisivamente para evitar daños irreversibles a la naturaleza que durarán mucho más que la pandemia.
Para cambiar de rumbo, debemos situar a la naturaleza en el centro de la planificación económica, las estrategias y la toma de decisiones. Los servicios eco-sistémicos que proporciona la naturaleza son esenciales para alcanzar el 80% de los objetivos de los ODS, mientras que las soluciones basadas en la naturaleza representan el 30% del camino hacia el logro del objetivo del acuerdo de París, que es limitar el calentamiento global a un nivel por debajo de los 2 grados centígrados con respecto a los niveles preindustriales. La preservación de la naturaleza también es esencial para evitar que las pandemias se repitan.
Los BPD, por lo tanto, tienen una gran oportunidad de complementar sus inversiones en el clima haciendo que las metas y objetivos explícitos basados en la naturaleza sean una parte fundamental de sus esfuerzos para apoyar el desarrollo sostenible. Al fin y al cabo, a diferencia de los bancos privados, muchos BPD tienen un solo accionista: los gobiernos.
Al mismo tiempo, los BPD deben evitar financiar tanto el problema como la solución. Según la OCDE, las actuales inversiones con efectos positivos sobre la biodiversidad a nivel mundial sólo representan una fracción del gasto en actividades que conllevan elevados efectos negativos. Se debe insistir de sobremanera en el impacto potencial que tendrían las instituciones financieras públicas si ponen fin a su apoyo dirigido a proyectos relacionados con combustibles fósiles y a planes que conducen a la deforestación o a la destrucción natural del medio ambiente. Un largamente esperado desplazamiento en las inversiones, que apoye la transición hacia una economía con efectos positivos para la naturaleza y hacia soluciones basadas en la naturaleza para el cambio climático, daría forma al desarrollo de las industrias, la energía, el transporte, los servicios y el consumo a lo largo de las próximas décadas.
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Si bien las estimaciones sobre cuánta financiación sería necesaria para proteger la biodiversidad varían según los supuestos, metodologías y escenarios utilizados, las cifras estimadas se sitúan en un rango que desde los números más altos hasta los más bajos en el ámbito de los tres dígitos de los miles de millones de dólares, todas esas estimaciones apuntan a una brecha significativa y persistente en esta década. Dentro de este contexto, la inversión sostenible significa reconocer las oportunidades de invertir en la naturaleza y comprometerse a cerrar la mencionada brecha.
Ese énfasis en la inversión podría rendir grandes dividendos. En estudios recientes se ha comprobado que si se protege más a la naturaleza se obtendrán beneficios que superarán a los costos por lo menos en una proporción de cinco a uno, y se apoyarían a 30 millones de empleos en ecoturismo y pesca sostenible. Y, ya que más de la mitad del PIB mundial depende de la naturaleza, invertir en proyectos verdes es esencial para el crecimiento económico mundial. Una transición hacia una economía con efectos positivos para la naturaleza podría generar hasta 10,1 millones de millones de dólares en valor anual para las empresas y crear 395 millones de empleos hasta el año 2030.
Actuar ahora para apoyar la conservación de la naturaleza, la restauración y el uso sostenible es una propuesta ganadora, y los gobiernos pueden preparar el terreno para las inversiones necesarias con el propósito de permitir este desplazamiento. En su calidad de proveedores de 2,3 millones de millones de dólares de financiación anual – que representan el 10 por ciento del total de la inversión mundial – los BPD tienen un papel crucial que desempeñar en el apoyo de las políticas públicas y en la movilización de recursos tanto públicos como privados en una escala que pueda encauzar al mundo en un camino sostenible.
La Cumbre Finanzas en Común es un paso importante en el período previo a la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26) a celebrarse el próximo año en Glasgow, Escocia, y a la reunión sobre biodiversidad (COP15) que se llevará a cabo en Kunming, China. Nos complace ver que esta semana los BPD en su declaración común en la Cumbre se comprometerán a apoyar la acción climática, los ODS, y la protección de la biodiversidad. Es por eso que la Convención de las Naciones Unidas sobre la Diversidad Biológica/COP15 decidió apoyar el evento. Observaremos muy atentamente la implementación por parte de los BPD de estos compromisos, así como la evolución de sus abordajes con respecto a la inversión y la gestión de riesgos.
Esperamos con optimismo que a lo largo de los próximos meses podamos trabajar tanto con instituciones públicas de financiación como instituciones privadas de financiación con dirección al logro de objetivos comunes y la adopción de un ambicioso marco de diversidad biológica mundial posterior al año 2020. Al trazar un camino hacia un futuro económico más sostenible, el mundo puede hacer realidad la visión compartida de “vivir en armonía con la naturaleza” hasta el año 2050 de la Convención sobre la Diversidad Biológica.
Traducción del inglés: Rocío L. Barrientos