LONDRES – En las últimas negociaciones en torno a la crisis griega, la buena noticia es que un impago de la deuda por parte de este país, que se ha vuelto más plausible tras el provocativo rechazo del Primer Ministro Alexis Tsipras a lo que describió como la “absurda” oferta de rescate de los acreedores, ya no representa una amenaza seria para el resto de Europa. La mala noticia es que parece que Tsipras no lo entiende así.
LONDRES – En las últimas negociaciones en torno a la crisis griega, la buena noticia es que un impago de la deuda por parte de este país, que se ha vuelto más plausible tras el provocativo rechazo del Primer Ministro Alexis Tsipras a lo que describió como la “absurda” oferta de rescate de los acreedores, ya no representa una amenaza seria para el resto de Europa. La mala noticia es que parece que Tsipras no lo entiende así.