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La cuestión de los robots

NUEVA YORK – La anunciada llegada de los robots ya sucedió. La pandemia de COVID‑19 está acelerando la difusión de la inteligencia artificial (IA), pero pocos han hecho un análisis completo de las consecuencias a corto y largo plazo.

Al pensar en la IA, es natural tomar como punto de partida la economía del bienestar (productividad y distribución). ¿Cuáles son los efectos económicos de la presencia de robots capaces de replicar la labor humana? No son preocupaciones nuevas; en el siglo XIX, muchos temían que las innovaciones mecánicas e industriales «reemplazaran» a los trabajadores, y hoy se repiten las mismas inquietudes.

Imaginemos por ejemplo un modelo de economía nacional en el que robots y seres humanos hacen la misma clase de trabajo. El volumen total de mano de obra (robótica y humana) dependerá de la cantidad de trabajadores humanos, H, más la cantidad de robots, R. En este caso, los robots son aditivos: suman a la fuerza laboral, en vez de multiplicar la productividad humana. Para completar el modelo en la forma más sencilla, supongamos que la economía tiene un único sector, y que la producción agregada surge de la combinación del capital y del total de la mano de obra, humana y robótica. Una parte de lo producido se consume y el resto se destina a la inversión, que incrementa el stock de capital.

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