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Una solución ignorada para la brecha en el financiamiento del desarrollo

LONDRES – La semana pasada, Naciones Unidas convocó a líderes mundiales y expertos en desarrollo a Addis Ababa, Etiopía, en un intento por abordar la necesidad de más financiamiento del desarrollo. Frente a los presupuestos ajustados de los gobiernos, una crisis de deuda inminente y el desafío crónico de atraer inversión privada, la perspectiva para muchos países en desarrollo -especialmente en África- parece sombría.

Sin embargo, la situación no tiene por qué ser calamitosa. Curiosamente, los gobiernos, las instituciones financieras y los inversores han hecho caso omiso de una herramienta esencial. Si bien las nuevas tecnologías permiten un fácil acceso a datos impensables para las generaciones anteriores, no se los está utilizando para sacar el mayor provecho de cada dólar disponible.

Como demuestra el Informe de Financiamiento del Desarrollo Sostenible 2024 de Naciones Unidas, mejores datos conducen a mejores finanzas, y una mejora de los sistemas de datos puede destrabar nuevos fondos y mejorar la eficiencia de la asignación de recursos. Específicamente, la inversión en tecnologías de datos y digitales (entre ellas, la inteligencia artificial) puede a ayudarnos a movilizar más dinero de tres maneras diferentes.

El primer canal es la tributación. Si los gobiernos pretenden brindar los servicios de salud y educación que la gente legítimamente espera, necesitan una fuente de ingresos sustentable. Pero una tributación efectiva exige saber dónde está la gente y cuánto puede pagar. Algunas de las primeras muestras de escritura son marcas hechas hace miles de años por recaudadores de impuestos que registraban los bienes de los hogares en tablillas de arcilla. Hoy en día existen tabletas digitales, pero miles de millones de personas todavía carecen de una dirección física registrada.

La inversión en sistemas de datos y tecnologías digitales puede ayudar. Un ensayo aleatorio reciente en Ghana demostró que equipar a los recaudadores de impuestos con una mejor tecnología de recopilación de datos cuanto menos duplicó los ingresos impositivos de los gobiernos locales y resultó en un sistema tributario más progresista (lo que implica que quienes más ganan pagan la tasa más alta).

A pesar de estos beneficios evidentes, demasiados gobiernos y socios para el desarrollo hacen caso omiso de los elementos fundacionales de los sistemas de datos modernos -los censos, la competencia administrativa y la capacidad básica de las oficinas de estadísticas-, así como de las eficiencias que surgirían del intercambio de datos entre instituciones gubernamentales y públicas.

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En segundo lugar, una mejor calidad de los datos es esencial para traccionar financiación privada, que es fundamental para cumplir con los objetivos plasmados en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas. Pero las empresas vienen diciendo desde hace tiempo que la falta de datos limita su capacidad para invertir en infraestructura digital, transporte limpio, vivienda y demás. No pueden ni identificar proyectos de inversión ni calcular los riesgos y los posibles retornos.  

De hecho, gran parte de esta información no existe. Por ejemplo, en 2022, los datos de los bancos multilaterales de desarrollo (BMD) sobre los retornos y la morosidad de sus carteras fueron cruciales a la hora de crear un fondo de 1.000 millones de dólares con la intención de atraer capital privado para inversiones en desarrollo sostenible. El problema es que mientras que algunos de estos datos ya existen, deberían estar disponibles a un nivel más granular para resultarles útiles a las agencias de calificación y a otros interlocutores del sector privado. Al centrar los recursos en este tipo de mejoras, podemos fortalecer el vínculo con los flujos de inversión del sector privado.

Finalmente, necesitamos mejor información no solo para movilizar finanzas, sino también para hacer el uso más eficiente de los recursos disponibles. Sin datos, la asignación de recursos -ya sea fuentes domésticas, programas de ayuda bilaterales o multilaterales o inversión del sector privado- dependerá de presunciones y suposiciones. Eso no es bueno, especialmente hoy en día, cuando es necesario apalancar cada dólar al máximo posible.

Los datos confiables permiten que quienes toman decisiones se centren directamente en las mayores necesidades y determinen qué funciona y qué no. Consideremos los accidentes de tránsito. Como mejorar la infraestructura es costoso, Kenia combinó datos administrativos, colaborativos y del sector privado para permitir que la Policía Nacional generase 100 nuevas variables para identificar las principales zonas de accidentes. Resultó que, en Nairobi, la capital, la mitad de las muertes ocurrían en apenas el 5% de la red de carreteras. Desde entonces, las autoridades públicas concentraron sus intervenciones en seguridad vial en estas zonas de alto riesgo, lo que resultó en un uso mucho más eficiente de los fondos disponibles.

Los avances acelerados en IA crean oportunidades aún mayores para procesar y analizar datos de manera similar. Pero para aprovechar al máximo estas tecnologías, los líderes políticos, por empezar, deben invertir más en sistemas de datos, exigir el intercambio de datos entre instituciones y respaldar el desarrollo de habilidades y capacidades apropiadas en el sector público.

Esto debería resultar sencillo, porque las inversiones en datos se amortizan con creces. Un estudio reciente sugiere que los proyectos dedicados a fortalecer los sistemas de datos tienen un retorno promedio de 32 dólares por cada dólar invertido, ya sea a través de una duplicación de los ingresos tributarios, de la recaudación de miles de millones de dólares en nuevas inversiones del sector privado o de una mayor eficiencia en la asignación de los recursos disponibles. En todo caso, la IA y otras tecnologías basadas en datos sobrealimentarán este proceso, haciendo que ese tipo de inversiones resulten aún más productivas.

No existe un árbol mágico de dinero para las finanzas globales. Pero al no invertir en datos, y al no sacar el mayor provecho de los datos disponibles, son muchos los gobiernos que se están complicando la vida. Los datos pueden destrabar más financiación. Solo tenemos que lograr que los líderes de hoy giren la llave.

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