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Amortiguar los efectos adversos del shock COVID-19 en los pobres

CAMBRIDGE – Cuando el gobierno de la India anunció, con cuatro horas de antelación, un confinamiento a nivel nacional de tres semanas de duración para frenar la propagación del coronavirus, millones de los ciudadanos más pobres del país se vieron frente al riesgo de sufrir hambre e indigencia. Muchos trabajadores migrantes, repentinamente desempleados, caminaron cientos de kilómetros desde las ciudades hacia sus pueblos natales. En dichos pueblos, de igual manera, el confinamiento por el COVID-19 puede llegar a ser catastrófico: los hogares pobres no pueden sobrevivir mucho tiempo – a menudo no más de unos pocos días – sin percibir un ingreso.

Estos desafíos están presentes en todo el mundo. Sin embargo, los gobiernos de los países desarrollados han estado utilizando su capacidad de endeudamiento para implementar masivos paquetes de alivio destinados a apoyar a las empresas, a los pobres y a las familias de clase media y clase trabajadora que están en riesgo de verse empujadas a la pobreza a causa de despidos y cierres de negocios.

Los gobiernos de los países en desarrollo deben encontrar maneras de hacer lo mismo. La ampliación de la protección social con el fin de rápidamente extender apoyo a las personas vulnerables debe ser un pilar de la estrategia COVID-19 de cada país. Con el objetivo de lograr esto, los gobiernos con recursos limitados deben estudiar las experiencias pasadas y las investigaciones existentes para diseñar los programas más eficaces y eficientes posibles.

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