badre12_phil roeder_getty images_UN Phil Roeder/Getty Images

La pandemia tiene que sacarnos de la inercia

PARÍS – Un shock repentino alteró el proceso habitual de toma de decisiones y obligó a los gobiernos a tomar medidas urgentes. Una combinación de desconfianza, miedo y errores de percepción destruyó los vínculos en los que se basa la civilización moderna.

Ocurrió en 1914, cuando Europa se pasó todo el verano movilizándose para la guerra. Pero la descripción es igualmente aplicable a 2020. La peor pandemia desde el brote de gripe de 1918‑20 se está convirtiendo rápidamente en una crisis sistémica de la globalización, que puede crear el escenario para la confrontación geopolítica más peligrosa desde el final de la Guerra Fría.

En apenas dos semanas, la pandemia de COVID‑19 paralizó la tercera parte de la economía mundial y provocó la mayor perturbación económica desde la Gran Depresión. El factor más importante que definirá la evolución futura de esta crisis es el liderazgo colectivo. Pero este componente crucial sigue ausente. En medio de un duro enfrentamiento entre Estados Unidos y China, el liderazgo global tendrá que salir de otro lugar que no sea ni Washington ni Beijing.

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