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Ventajas de las terapias de anticuerpos contra la COVID-19

BRUSELAS/GÉNOVA – A medida que muchos países van relajando las medidas de contención por la COVID-19, para controlar la pandemia será clave evitar que el virus vuelva a extenderse desde los nuevos focos de contagio que aparezcan, para lo cual hay que crear nuevos tratamientos innovadores.

Hasta ahora, quienes están a cargo de las políticas se apoyaron en intervenciones no farmacológicas —como las pruebas de detección, el rastreo de contactos y las cuarentenas— para evitar una segunda ola de contagios. Mientras tanto, la búsqueda de terapias y medicamentos de profilaxis para la COVID-19 se han centrado en productos con disponibilidad inmediata, esto es, medicamentos ya existentes desarrollados para otras enfermedades. Este enfoque casi no tuvo éxito, aunque un estudio clínico aleatorizado reciente en el Reino Unido detectó que la dexametasona, un corticoesteroide, redujo la mortalidad por COVID-19 en los casos más graves.

Por supuesto, las vacunas serán fundamentales para superar la COVID-19, pero incluso a partir del momento en que haya una disponible llevará muchos meses vacunar suficiente gente como para que las sociedades alcancen el nivel de inmunidad colectiva necesario para detener al coronavirus. Y la eficiencia de las vacunas probablemente variará con la genética, las enfermedades asociadas y la edad de las distintas personas. Además, el acceso a las vacunas y su disponibilidad pueden verse limitados por la capacidad de producción, cuestiones económicas y la reticencia a vacunarse de parte de la población.

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