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El estímulo no funcionó, otra vez

STANFORD – Entre marzo de 2020 y marzo de 2021, Estados Unidos aplicó tres paquetes fiscales para estimular la economía y apoyar a las empresas y los hogares tras el golpe económico causado por la pandemia de COVID-19. El Presidente Donald Trump firmó la ley CARES (Ayuda, Asistencia y Seguridad Económica contra el Coronavirus, por sus siglas en ingles) el 7 de marzo de 2020, y la Ley de Asignaciones Complementarias de Respuesta y Asistencia contra el Coronavirus el 27 de diciembre, seguidas del Plan de Rescate Estadounidense del Presidente Joe Biden del 11 de marzo de 2021.

Con cada ronda de legislación, se realizó un “pago por impacto económico” (EIP) mediante depósito directo, cheque o tarjeta de débito de prepago y, en cada caso, la idea era que los fondos se gastarían en consumo para apuntalar la demanda agregada y, con ello, estimular la economía general. Los EIP vinieron en importes específicos en dólares de entre $600 y $1400 para personas individuales y de $1200 a $2800 para contribuyentes casados hasta un cierto umbral de ingresos.

Las razones para estos pagos temporales se basaban en la función keynesiana del consumo, según la cual un aumento del ingreso eleva el gasto y, con ello, refuerza la economía. Sin embargo, visiones alternativas como la hipótesis del ingreso permanente que Milton Friedman primero articulara en la década de 1950 sostenían que esos aumentos en el ingreso producían solo pequeños aumentos en el consumo, si es que los producían, precisamente porque eran provisorios.

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