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Los rendimientos decrecientes de China

CAMBRIDGE – El 20.° Congreso Nacional del Partido Comunista de China, que otorgó al presidente Xi Jinping un inaudito tercer mandato como secretario general, también llevó adelante una reestructuración con la que reemplazó a los tecnócratas favorables a los mercados con partidarios de Xi y generó con ello dudas sobre los planes chinos para la tambaleante economía del país. Está demostrado, después de todo, que el exceso de control estatal es una receta para quedar envueltos en la trampa del ingreso medio, que los líderes chinos prometieron evitar hace mucho tiempo.

El ritmo vertiginoso de la inversión estatal en bienes raíces e infraestructura —la estrategia de estímulo preferida de China— generó rendimientos decrecientes. La reducción del crecimiento económico implicó la inevitable caída de los precios de oficinas y viviendas. Esto se da especialmente en las ciudades más pequeñas, pobres y menos desarrolladas, que representan en su conjunto más del 60 % del PBI chino. Los precios de la vivienda en las ciudades chinas de lo que se suele llamar tercer y cuarto nivel cayeron aproximadamente entre el 15 y el 20 % en los últimos dos años. Lo más probable es que se dé algún tipo de estancamiento financiero sostenido, y aun si no se asemeja del todo a una crisis bancaria al estilo occidental, la caída concomitante de los créditos inhibirá de todas formas el crecimiento.

Los bienes raíces constituyen una parte tan grande de la economía china que una desaceleración sostenida podría llevar a que la economía se estanque durante años, algo similar a las décadas perdidas de Japón desde 1990. Teniendo en cuenta la demanda directa e indirecta, los bienes raíces representan aproximadamente el 23 % de la producción y el 26 % de la demanda final (esta última cifra incluye la importación neta).

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