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Cuando más no es mejor en términos de regulación financiera

CHICAGO – En parte en respuesta a las quiebras bancarias de marzo de 2023, los reguladores estadounidenses ahora quieren imponer mayores requerimientos de capital a los bancos con más de 100.000 millones de dólares en activos. Pero se trata de una elección desconcertante, teniendo en cuenta que parte de la toma de riesgo más escandalosa de los últimos tiempos se detectó entre los bancos más pequeños.

Algunos de los cambios propuestos -como un requerimiento de que los bancos incluyan las ganancias y pérdidas no realizadas vinculadas a ciertos valores en sus ratios de capital- deberían haberse realizado hace tiempo. Sin embargo, en términos generales, los CEO de los grandes bancos no están satisfechos. Jamie Dimon de JPMorgan Chase, por ejemplo, ha atacado la propuesta a favor de reglas de capital más estrictas, advirtiendo que podría llevar a los prestadores a dar marcha atrás y así obstaculizar el crecimiento económico. Antes de desestimar estos arrebatos como “cháchara bancaria” interesada, deberíamos sopesar el papel que cumple el capital bancario, y si los reguladores están avanzando en la dirección correcta.

El financiamiento “paciente” de largo plazo, como el capital accionario, cuenta como capital bancario. A diferencia de los depósitos a la vista, no tiene que devolverse en el corto plazo. Si los bancos pueden caer por los depositantes no asegurados que se apresuran en busca de la salida, ¿no es acaso obvio que más capital implica menos corridas y, por lo tanto, un sistema bancario más estable? 

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