NUEVA YORK – La muerte de George Floyd, un hombre negro, desarmado y esposado, a manos (o más exactamente, bajo la rodilla) de un policía en Minneapolis generó protestas masivas en todo Estados Unidos contra el racismo sistémico y la brutalidad policial, y también llevó a que cada vez más personas fuera de Estados Unidos confronten el legado de racismo y desigualdad en sus propios países. Pero el gobierno de Donald Trump no está haciendo lo mismo.
NUEVA YORK – La muerte de George Floyd, un hombre negro, desarmado y esposado, a manos (o más exactamente, bajo la rodilla) de un policía en Minneapolis generó protestas masivas en todo Estados Unidos contra el racismo sistémico y la brutalidad policial, y también llevó a que cada vez más personas fuera de Estados Unidos confronten el legado de racismo y desigualdad en sus propios países. Pero el gobierno de Donald Trump no está haciendo lo mismo.