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Un gran avance en salud hepática

JALINGO – A fines de marzo, la Organización Mundial de la Salud publicó nuevas directrices para la prevención, el diagnóstico y el tratamiento de la infección con el virus de la hepatitis B crónica (VHB). Siendo una persona que vive con el VHB, aplaudo estas modificaciones, que pueden traer consigo una reducción considerable de las muertes por cáncer hepático en África.

La historia de Wisdom, padre y fundador de una de las mejores escuelas privadas de Nigeria, demuestra la necesidad de aplicar una nueva estrategia al tratamiento del VHB. Al presentarse como donante de sangre para un familiar enfermo, Wisdom se llevó la sorpresa de que tenía VHB. Pero el personal médico lo mandó a casa con indicación de regresar a los seis meses, porque la carga viral era demasiado pequeña para ser tratada según las directrices de la OMS publicadas en 2015.

Wisdom nunca sintió necesidad de volver al hospital, ya que se veía saludable y los médicos no se habían mostrado preocupados al descubrir la infección. Pero trece semanas después, mientras trabajaba en su granja, sintió un dolor punzante en la parte superior derecha del abdomen, acompañado por náusea, y estuvo a punto de desmayarse. Tras semanas de exámenes, se le diagnosticó cáncer hepático avanzado. El pasado agosto, apenas cinco meses después del diagnóstico inicial, falleció, dejando tras de sí esposa, hija y un montón de facturas médicas.

En África los casos de cáncer hepático terminan mal. Lo mismo que Wisdom, la mayoría de los africanos reciben diagnóstico tarde, cuando ya queda poco tiempo para iniciar un tratamiento. La mediana de la tasa de supervivencia en África subsahariana (donde el 95% de los pacientes con cáncer hepático se presentan con enfermedad avanzada o terminal) es 2,5 meses. En cambio, en los países de altos ingresos alrededor del 40% de los pacientes recibe diagnóstico en una etapa temprana, cuando todavía son posibles intervenciones para curar la enfermedad o prolongar la vida del paciente.

El virus de la hepatitis siempre causa inflamación del hígado. Por eso no sorprende que, según estadísticas recientes sobre cáncer, el 70% de los casos de cáncer hepático se relacionen con la infección con virus de la hepatitis B y C. Y un hecho más preocupante es que los datos muestran un aumento del 25% en la cantidad mundial de muertes por cáncer hepático entre 2010 y 2019. En 2020 murieron de cáncer hepático 830 200 personas, y casi la mitad de esos casos se debió al VHB.

A mí me diagnosticaron VHB en 2004. Como en el caso de Wisdom, diversos exámenes mostraron que mi carga viral era pequeña, y el equipo clínico, sobre la base de protocolos elaborados por hepatólogos de Nigeria, Europa y los Estados Unidos, no recomendó tratamiento. Luego en 2015 la OMS publicó directrices que indicaban la misma estrategia para pacientes como yo: realizar una serie de pruebas diagnósticas y abstenerse de tratamiento en caso de detectarse una carga viral pequeña. Sentí que me dejaban incapacitado para tomar decisiones sobre mi propia salud.

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Aunque los doctores me aseguraban que estaba sano, yo vivía en temor constante a desarrollar cáncer hepático y no pasaba un día sin buscarme posibles síntomas. A incrementar mi ansiedad contribuían mis lecturas sobre la enfermedad y mi participación en reuniones científicas sobre el tema, sobre todo cuando me enteré de que en África, los pacientes de VHB masculinos, incluso con carga viral pequeña, tienen más probabilidad de desarrollar cáncer hepático. De modo que hace algunos años empecé a tomar la medicación oral diaria que recomienda la OMS para el tratamiento del VHB. Por el momento los medicamentos me han mantenido sano, pero los pago de mi bolsillo, un privilegio que no está al alcance de todos.

La mayoría de las personas con VHB no tienen ni conocimiento científico ni recursos financieros para defenderse solas; por eso las nuevas directrices de la OMS ayudarán a salvar vidas. Con los cuatro nuevos criterios para acceder a tratamiento, más de la mitad de las personas con VHB podrán recibir antivirales que pueden salvarles la vida (antes la proporción era una de cada cinco).

Además, las nuevas directrices identifican otras circunstancias en las que un paciente puede pedir tratamiento, por ejemplo para prevenir la transmisión a familiares o parejas sexuales y para reducir el riesgo de cáncer hepático. Esto pone los antivirales al alcance de casi todos los pacientes con VHB, a diferencia de las directrices anteriores, que sólo indicaban tratamiento para pacientes con enfermedad hepática avanzada.

Las nuevas directrices son un avance porque amplían el acceso al tratamiento y permiten una toma conjunta de decisiones entre los médicos y los pacientes; es indudable que aumentará la cantidad de personas que reciban tratamiento para el VHB. Pero todavía queda margen de mejora. Por ejemplo, la recomendación de usar exámenes de ADN para el seguimiento continuo del VHB no tiene en cuenta la falta de disponibilidad de esos exámenes en África.

El siguiente paso es que los gobiernos, en particular en África subsahariana, capaciten al personal médico y a los defensores de los pacientes respecto de las nuevas directrices, para asegurar su puesta en práctica. También tienen que aumentar la realización de pruebas para detectar a personas con VHB en una etapa más temprana de la enfermedad y tratar tantos casos como sea posible.

Por eso exhorto a que los programas nacionales de hepatitis y los ministerios de salud no permitan que estas directrices junten polvo; por el contrario, deben actuar de inmediato para ponerlas en práctica, incrementando la realización de exámenes y tratamientos. Sólo una acción pronta permitirá reducir las muertes por cáncer hepático en África y alcanzar el objetivo de la OMS de eliminar la hepatitis B antes de 2030.

Traducción: Esteban Flamini

https://prosyn.org/YtwTCj4es