La población turca se siente cada vez más decepcionada por las amplias reservas que muestran algunos de los líderes de la Unión Europea para iniciar las negociaciones de ingreso el 3 de octubre, tal y como fue acordado el año pasado. Siempre ha habido un segmento de la opinión pública turca que está convencido de que su país nunca será aceptado dentro de Europa y que cada vez que estén cerca de la membresía en la Unión Europea nuevos obstáculos surgirán. Algunos de nosotros hemos tratado de persuadir a nuestros amigos turcos de que tengan más confianza en la Unión Europea, un club de países honorables que respetan sus compromisos. Pronto se verá si se tuvo o no razón en depositar esta confianza.
El 17 de diciembre del año pasado, el Consejo Europeo decidió abrir las negociaciones de ingreso con Turquía para octubre próximo. Se establecieron dos condiciones al gobierno turco: una exhaustiva reforma legal con el propósito de reforzar el Estado de derecho y el respeto a los derechos humanos; y la aprobación del Protocolo de Adaptación del Acuerdo de Ankara, el cual amplía la unión aduanera con la UE a todos los nuevos Estados miembros, incluyendo la República de Chipre. Turquía ha cumplido estas condiciones: la reforma legal entró en vigor el primero de junio y el Protocolo se firmó el 29 de julio.
El reconocimiento por parte de Turquía de la República de Chipre, incluyendo su extensión al norte de la isla, no fue una precondición para empezar las negociaciones de ingreso. Este es un asunto complejo relacionado con los esfuerzos del Secretario General de la ONU, Kofi Annan, para negociar un acuerdo amplio que lleve a la reunificación de la isla.
El año pasado, tanto Turquía como la comunidad turca chipriota aceptaron las propuestas del Secretario General, que fueron, sin embargo, rechazadas por la parte griega chipriota. Hay muchas razones para esperar que Kofi Annan reanude pronto sus buenos oficios y conduzca el asunto a un final positivo antes del posible ingreso de Turquía a la Unión Europea por el año 2015. La cuestión de Chipre, por lo tanto, no debería interpretarse como un obstáculo para empezar las negociaciones.
Lo mismo se aplica en el caso de algunos gobiernos de la Unión Europea que pretenden hacer que el llamado concepto de "asociación privilegiada" se mencione explícitamente en el marco de la negociación como una alternativa a la membresía plena. Esta propuesta se discutió y rechazó en la reunión del Consejo Europeo en diciembre pasado y quedó como una referencia de "negociaciones abiertas" en las conclusiones del Consejo. Ese lenguaje -nunca utilizado en rondas previas de ampliación- puede haber alterado los ánimos turcos pero se aceptó finalmente como un tipo de ambigüedad constructiva que se utiliza frecuentemente en la diplomacia internacional.
No obstante es obvio, por la naturaleza misma de las negociaciones de ingreso, que la membresía plena debe ser el objetivo. Sin esa posibilidad, ningún país candidato emprendería el doloroso proceso de adopción de las decenas de miles de reglas y reglamentos contenidas en el Acquis Communitaire (el cuerpo de la legislación de la Unión Europea). Asegurarse que así suceda, es, después de todo, el objetivo primordial de las negociaciones de ingreso.
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Además, es difícil imaginar qué ventajas se le podrían ofrecer a Turquía en el marco de la "asociación privilegiada" que superaran las de su largo status como miembro asociado de la Unión Europea. La unión aduanera finalizada hace diez años permite un libre comercio en todo menos los productos agrícolas. Se invita a Turquía a las reuniones del Consejo; puede participar en diversos programas de la UE y en manifestaciones de la política exterior común europea y, como miembro de la OTAN, es socio de la cooperación de seguridad entre la UE y la OTAN. Finalmente, como todos los países candidatos, Turquía también recibe asistencia técnica y financiera para ayudar a sus programas de reforma en curso. Cualquier cosa que no sea una membresía plena le da a Turquía pocas ventajas adicionales en su relación con la Unión Europea.
El comisario de la ampliación, Olli Rehn lo dijo con la claridad necesaria: "si nos apegamos a lo que nosotros mismos decidimos al más alto nivel político en el Consejo Europeo, como deberíamos, estoy razonablemente seguro de que las negociaciones empezarán el 3 de octubre".
Esta afirmación es meritoria de la Comisión Europea y no hay mucho que añadir, excepto subrayar que depende de los gobiernos de la UE tratar a Turquía con la equidad que todos los países candidatos merecen. Incumplir decisiones y compromisos formales, o añadir obstáculos de último minuto, harían una burla de la credibilidad de la Unión. Las negociaciones, por lo tanto, deben iniciar el 3 de octubre.
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While the Democrats have won some recent elections with support from Silicon Valley, minorities, trade unions, and professionals in large cities, this coalition was never sustainable. The party has become culturally disconnected from, and disdainful of, precisely the voters it needs to win.
thinks Kamala Harris lost because her party has ceased to be the political home of American workers.
This year’s many elections, not least the heated US presidential race, have drawn attention away from the United Nations Climate Change Conference (COP29) in Baku. But global leaders must continue to focus on combating the climate crisis and accelerating the green transition both in developed and developing economies.
foresees multilateral development banks continuing to play a critical role in financing the green transition.
La población turca se siente cada vez más decepcionada por las amplias reservas que muestran algunos de los líderes de la Unión Europea para iniciar las negociaciones de ingreso el 3 de octubre, tal y como fue acordado el año pasado. Siempre ha habido un segmento de la opinión pública turca que está convencido de que su país nunca será aceptado dentro de Europa y que cada vez que estén cerca de la membresía en la Unión Europea nuevos obstáculos surgirán. Algunos de nosotros hemos tratado de persuadir a nuestros amigos turcos de que tengan más confianza en la Unión Europea, un club de países honorables que respetan sus compromisos. Pronto se verá si se tuvo o no razón en depositar esta confianza.
El 17 de diciembre del año pasado, el Consejo Europeo decidió abrir las negociaciones de ingreso con Turquía para octubre próximo. Se establecieron dos condiciones al gobierno turco: una exhaustiva reforma legal con el propósito de reforzar el Estado de derecho y el respeto a los derechos humanos; y la aprobación del Protocolo de Adaptación del Acuerdo de Ankara, el cual amplía la unión aduanera con la UE a todos los nuevos Estados miembros, incluyendo la República de Chipre. Turquía ha cumplido estas condiciones: la reforma legal entró en vigor el primero de junio y el Protocolo se firmó el 29 de julio.
El reconocimiento por parte de Turquía de la República de Chipre, incluyendo su extensión al norte de la isla, no fue una precondición para empezar las negociaciones de ingreso. Este es un asunto complejo relacionado con los esfuerzos del Secretario General de la ONU, Kofi Annan, para negociar un acuerdo amplio que lleve a la reunificación de la isla.
El año pasado, tanto Turquía como la comunidad turca chipriota aceptaron las propuestas del Secretario General, que fueron, sin embargo, rechazadas por la parte griega chipriota. Hay muchas razones para esperar que Kofi Annan reanude pronto sus buenos oficios y conduzca el asunto a un final positivo antes del posible ingreso de Turquía a la Unión Europea por el año 2015. La cuestión de Chipre, por lo tanto, no debería interpretarse como un obstáculo para empezar las negociaciones.
Lo mismo se aplica en el caso de algunos gobiernos de la Unión Europea que pretenden hacer que el llamado concepto de "asociación privilegiada" se mencione explícitamente en el marco de la negociación como una alternativa a la membresía plena. Esta propuesta se discutió y rechazó en la reunión del Consejo Europeo en diciembre pasado y quedó como una referencia de "negociaciones abiertas" en las conclusiones del Consejo. Ese lenguaje -nunca utilizado en rondas previas de ampliación- puede haber alterado los ánimos turcos pero se aceptó finalmente como un tipo de ambigüedad constructiva que se utiliza frecuentemente en la diplomacia internacional.
No obstante es obvio, por la naturaleza misma de las negociaciones de ingreso, que la membresía plena debe ser el objetivo. Sin esa posibilidad, ningún país candidato emprendería el doloroso proceso de adopción de las decenas de miles de reglas y reglamentos contenidas en el Acquis Communitaire (el cuerpo de la legislación de la Unión Europea). Asegurarse que así suceda, es, después de todo, el objetivo primordial de las negociaciones de ingreso.
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Además, es difícil imaginar qué ventajas se le podrían ofrecer a Turquía en el marco de la "asociación privilegiada" que superaran las de su largo status como miembro asociado de la Unión Europea. La unión aduanera finalizada hace diez años permite un libre comercio en todo menos los productos agrícolas. Se invita a Turquía a las reuniones del Consejo; puede participar en diversos programas de la UE y en manifestaciones de la política exterior común europea y, como miembro de la OTAN, es socio de la cooperación de seguridad entre la UE y la OTAN. Finalmente, como todos los países candidatos, Turquía también recibe asistencia técnica y financiera para ayudar a sus programas de reforma en curso. Cualquier cosa que no sea una membresía plena le da a Turquía pocas ventajas adicionales en su relación con la Unión Europea.
El comisario de la ampliación, Olli Rehn lo dijo con la claridad necesaria: "si nos apegamos a lo que nosotros mismos decidimos al más alto nivel político en el Consejo Europeo, como deberíamos, estoy razonablemente seguro de que las negociaciones empezarán el 3 de octubre".
Esta afirmación es meritoria de la Comisión Europea y no hay mucho que añadir, excepto subrayar que depende de los gobiernos de la UE tratar a Turquía con la equidad que todos los países candidatos merecen. Incumplir decisiones y compromisos formales, o añadir obstáculos de último minuto, harían una burla de la credibilidad de la Unión. Las negociaciones, por lo tanto, deben iniciar el 3 de octubre.