px2588c.jpg Pedro Molina

La desactivación de la bomba de relojería siria

TEL AVIV – Resulta sorprendente que una seria advertencia sobre la magnitud de la amenaza para los Estados Unidos de la guerra civil de Siria haya pasado prácticamente inadvertida. ¿Está el gobierno del Presidente Barak Obama tropezando al borde del precipicio?

Este mes, el Wall Street Journalinformó de que, según el Director Adjunto de la CIA, Michael Morell, “la inestable mezcla de extremismo de Al Qaeda y guerra civil existente en Siria representa la mayor amenaza para la seguridad nacional de los Estados Unidos”;  de hecho, “probablemente sea la cuestión más importante en el mundo actual”. En cambio, Morell calificaba “la mezcla [en el régimen del Irán] de (...) ambiciones nucleares con su deseo de ser una potencia hegemónica en Oriente Medio” de simple “motivo de preocupación”. Morell, que está preparándose para abandonar la CIA pronto, tiene pocas razones para ocultar sus opiniones.

Hace tan sólo dos meses, a mediados de junio, cuando la crisis siria era el centro de la atención internacional y objeto de un debate acalorado sobre la posición que adoptar al respecto, semejante declaración de un alto cargo del Gobierno habría provocado reacciones enérgicas de diferentes partes, pero desde entonces Siria ha dejado de ser el centro de atención, desplazada por el golpe y la crisis actual en Egipto, la amenaza de una ofensiva terrorista de Al Qaeda en el Yemen y en otros países y la reanudación de las negociaciones palestino-israelíes.

La aparente (y engañosa) calma en los combates de Siria ha contribuido a ese cambio. Después de las victorias militares del Gobierno en Quseir y Homs, ha habido cierta retirada táctica por parte de la oposición. Los dos bandos están intercambiando golpes de menor importancia, mientras se preparan para una nueva ronda importante de combates en Aleppo, la mayor ciudad de Siria, ahora en manos de la oposición. En conjunto y pese a las victorias recientes del régimen, la lucha sigue en tablas.

Así, pues, es un momento oportuno para que la comunidad internacional aparte la vista de una crisis que no parece tener soluciones positivas, pero no por ello disminuye la gravedad de lo que está sucediendo en Siria ni minimiza la seriedad de la advertencia hecha por Morell.

Como dijo Morell, el peligro más acuciante es el de que un régimen con un gran arsenal de armas de destrucción en gran escala sea suplantado por un régimen afiliado a Al Qaeda o dominada por ésta. Al referirse a la entrada de yijadistas, Morell dijo que el “rumbo actual [de Siria] es hacia el desplome del gobierno central”, tras lo cual substituiría al Pakistán como refugio preferido de Al Qaeda.

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Así, pues, Morell se situó directamente dentro de una de las principales posiciones en el debate sobre la actitud que adoptar respecto de Siria (debate articulado casi exclusivamente desde el punto de vista geoestratégico y que pasa por alto las cuestiones humanitarias).

Una de las posiciones considera a Siria principalmente un escenario de guerra contra Al Qaeda y otros extremistas. Sus partidarios, preocupados por la perspectiva de una toma del poder por los yijadistas en Siria, sostienen (unas veces implícitamente y otras explícitamente) que los EE.UU. y sus aliados no deben apoyar al bando de los rebeldes ni intervenir a su favor y, de hecho, deberían considerar el régimen de Bashar un mal menor.

Los que temen una toma del poder yihadista citan sucesos recientes en el Sinaí. Hace tan sólo unos días, Israel cerró su aeropuerto de Eilat, después de recibir un aviso de que los yijadistas del Sinaí se proponían atacarlo con cohetes. Según sostienen, se trata tan sólo de un ensayo general de lo que se puede esperar en una Siria posterior a Assad.

Los que profesan la otra posición no se toman a la ligera esa hipótesis. Aun así, sostienen que una victoria en Siria de una coalición de Rusia, el Irán, Hezbolá y el régimen de Assad representaría una amenaza aún mayor. Además, en caso de que cayera el régimen de Assad, habría muchas formas de tratar con los grupos yijadistas en Siria.

Pero la respuesta más apropiada a la declaración de Morell es la de que los EE.UU. no necesariamente deben elegir entre dos opciones muy distintas. Sí, la oposición laica de Siria es débil y está dividida, mientras que los yijadistas son más dinámicos, pero la supremacía yijadista, en caso de victoria de la oposición, no es inevitable. Los EE.UU. y sus aliados deben adoptar una política más sólida, hacer una inversión más importante en la oposición laica y articular unos objetivos claros.

En junio, Obama anunció que el régimen de Assad había utilizado armas químicas contra su propia población y, por tanto, había cruzado la “línea roja” de su gobierno, pero a esa contundente declaración no siguieron ni unas medidas ni una política coherentes. Para Obama, la suerte de Siria no parece, urgente, sencillamente, pero, cuando comience la decisiva batalla de Aleppo, puede ser demasiado tarde. Aún se puede demostrar el acierto de las advertencias de Morell: por defecto, si no por designio.

Traducido del inglés por Carlos Manzano.

https://prosyn.org/j7Q4Er6es