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Maximizar la inversión del dinero

PARÍS/CHICAGO – La innovación puede tener un efecto profundo en nuestras vidas. Gracias a los avances tecnológicos que redujeron el precio de la energía solar casi el 90% entre 2009 y 2019, la transición a energías verdes está a nuestro alcance. Asimismo, la innovación agrícola ha ayudado a triplicar la cantidad de alimentos cultivados por hectárea desde 1960, reduciendo drásticamente el hambre a pesar, inclusive, de que la población mundial cuando menos se duplicó. Y la tecnología de vacunas ARNm ha salvado incontables vidas durante la pandemia del COVID-19.

Las sociedades han establecido diversos mecanismos para fomentar la innovación. Uno de ellos es el sistema de mercado: las empresas pagan por investigación y desarrollo con la esperanza de vender innovaciones y ganar dinero a cambio, y los inversores respaldan a las empresas si piensan que sus productos o servicios se venderán bien. El sistema de patentes alienta la I&D al impedir que las invenciones originales se copien. Y el financiamiento del gobierno sustenta la ciencia básica, que es esencial para impulsar la innovación, pero difícil de patentar.

Si bien estos mecanismos fomentan la innovación, no son perfectos. En algunas áreas, los incentivos para la inversión comercial son absolutamente insuficientes para lo que se requiere, y muchas veces no se atienden las necesidades de los pobres. Ciertas innovaciones, como las tecnologías de reducción de emisiones, benefician a todos menos al consumidor. Esto implica que su precio no refleja plenamente su valor para la sociedad, lo que reduce los incentivos de las empresas privadas para desarrollarlas. Otras innovaciones son difíciles de patentar y demasiado fáciles de replicar, lo que limita las potenciales recompensas económicas para los desarrolladores.

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