mody27_BRIJESH SATIAFP via Getty Images_joshimath BRIJESH SATI/AFP via Getty Images

El Estado corroído de la India

PRINCETON – La ciudad de Joshimath esté anidada a 1800 metros por sobre el nivel del mar en los Himalayas y, sin embargo, se está hundiendo rápidamente. A principios de enero, grandes grietas aparecieron en casas, hoteles y caminos, dejando el futuro de esta ciudad en un precario equilibrio. Joshimath es una sombría metáfora de la lamentable irresponsabilidad del estado indio.

Joshimath se ubica en una zona sísmicamente activa de restos de desprendimientos y sedimentos dispuestos en capas sobre un débil conjunto de rocas. Un terreno así naturalmente se hunde y desliza, pero el problema ha empeorado con la deforestación. Es más, puesto que el río Alaknanda (uno de los afluentes del Ganges) ha erosionado la punta del talud donde descansa la ciudad, la formación no tiene una alta capacidad de sostén de carga, como ya es conocido desde la década de 1930.

En la década de 1970 aparecieron fisuras en sus calles. En 1976, un comité nombrado por el gobierno de Uttar Pradesh (del cual la ciudad era parte en ese entonces) reiteró el riesgo de subsidencia (hundimiento) y recomendó que solo se construyera en áreas consideradas estables. Esta advertencia oficial fue desoída y los activistas locales lucharon infructuosamente por prevenir la construcción en zonas inseguras.

El problema empeoró tras la liberalización económica de principios de la década de 1990, cuando el estado avaló y apoyó una forma de capitalismo desregulado que solía centrarse en contratos de construcción lucrativos y mostraba una total indiferencia -incluso desprecio- hacia el medio ambiente. Las actuales dificultades de la ciudad comenzaron de manera inocua en 1993, cuando Auli, una ciudad vecina, comenzó la construcción de un teleférico para un centro de esquí, en lo que fue la salva de apertura de un programa de construcción mucho más amplio.

Pronto las autoridades estatales iniciaron ambiciosos planes de construcción de represas hidroeléctricas para recoger la energía de escurrimiento de los Himalayas. La planta Vishnuprayag de 400 megavatios entró en operaciones en 2006, y la construcción de la más polémica represa Tapovan-Vishnugad de 520 MV comenzó ese mismo año. Para generar electricidad para el proyecto, tuvo que construirse un túnel por debajo de la pendiente en que descansaba Joshimath, directamente bajo en centro de esquí de Auli. En 2009 una tuneladora perforó un acuífero en la montaña, vaciando el agua subterránea de la que dependían Joshimath y otras ciudades cercanas. Los huecos que dejó el agua se fueron llenando de sedimentos que algunos expertos y activistas creen que agravaron la tendencia a la subsidencia del área.

En junio de 2013 una desastrosa inundación mató a más de 4000 personas en la zona, llevando a procedimientos judiciales en que la Corte Suprema expresó su gran preocupación por la “multiplicación” de represas en la región. La corte estaba horrorizada de que las autoridades no hubieran realizado una evaluación científica sobre el “efecto acumulado” de las represas y las voladuras, la tunelización, la eliminación de lodo, la minería y la deforestación asociadas. Bajo orden judicial, el gobierno nombró un comité de expertos encabezado por el connotado ambientalista y activista Ravi Chopra.

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El Comité Chopra llegó a la conclusión de que las montañas, ríos y comunidades de los Himalayas estaban en “una crisis” exacerbada por el calentamiento global. Y añadió que el enfoque de “desarrollo a toda costa” del gobierno causaría más deforestación y pérdida de biodiversidad junto a “impredecibles actividades glaciales y paraglaciales”. Advirtiendo que esta peligrosa combinación invitaría a desastres aún peores en el futuro, el comité propuso detener las obras en 23 represas.

Cuando un segundo comité refrendó la conclusión del Comité Chopra, el gobierno nombró un tercer comité que dio luz verde a la construcción de más represas y, en julio de 2020, las autoridades abrieron las licitaciones para la carretera de circunvalación Helang-Marwari, cuyo trazo atraviesa una frágil zona de deslizamientos cerca de los pies del cerro donde se encuentra Joshimath. Su construcción comenzó dos años después, como parte del programa de Narendra Modi, perjudicial para el medio ambiente, que busca facilitar los viajes a los templos sagrados ubicados en los Himalayas.

Los desastres siguieron cobrándose víctimas. En febrero de 2021, otra inundación causó la muerte de cientos de personas, principalmente alrededor de Tapovan-Vishnugad y el sitio de otra represa. Las represas mismas sufrieron daños casi irreparables, y los activistas llamaron a la Alta Corte de Uttarakhand a que detuviera su construcción. La corte rechazó el caso, amonestando a los demandantes y multándolos por hacerle perder el tiempo.

En octubre de 2021, tras lluvias inusualmente intensas, las fisuras en Josimath alcanzaron un punto crítico. Para enero de 2023, la amenaza de colapso de las estructuras hizo que grandes áreas de la ciudad se volvieran inhabitables. Cientos de residentes han sido llevados a refugios y el gobierno ha interrumpido las obras de rehabilitación de la represa Tapovan-Vishnugad y la construcción de la carretera Helang-Marwari .

Y, sin embargo, con la inminencia de una nueva calamidad, se ha vuelto difícil dar con información creíble, Hace poco, las autoridades nacionales ordenaron a la Organización India de Estudios Espaciales que retirara las imágenes por satélite que revelan el ritmo al que se está hundiendo Josimath y hoy los funcionarios tienen prohibido hablar con los medios sobre el asunto.

Joshimath no es un caso aislado. Muchas otras ciudades y carreteras de los Himalayas están mostrando signos de estrés parecidos, lo que no debería sorprender a nadie. No es más que otro síntoma de la criminal falta de responsabilidad de las autoridades. Más puntos de inflexión acechan a medida que se talan los bosques; se construye sobre lagos, humedales y embalses de agua naturales; a medida que las áreas urbanas se enfrentan a montañas de basura y que los ríos se contaminan de forma casi irreversible. La educación, la sanidad, el sistema judicial y los servicios urbanos funcionan principalmente para los privilegiados.

La práctica de adornar los datos, inherente a la falta de responsabilidad civil, se extiende a la gestión macroeconómica. El crecimiento del PIB saltó inexplicablemente tras una revisión de los datos realizada en 2015. En 2018, el gobierno rechazó sus propias estadísticas cuando mostraron que la pobreza había aumentado. El ministerio de finanzas informa cifras de paro absurdamente irreales, a pesar de una crisis de empleo. El censo decenal que se debía realizar en 2021 se ha pospuesto para una fecha futura desconocida.

La elite de la India, con su actitud de mirar para otro lado en su discurso y sus políticas económicas, ha querido descartar el destino de Josimath como una aberración de la naturaleza. En su lugar, hablan de un inminente “siglo de la India” con una narrativa basada en empresas tecnológicas emergentes y sistemas de pago electrónico de nivel mundial. Pero no nos equivoquemos: Josimath es un microcosmos de la descarada falta de responsabilidad que corroe la política y la sociedad indias. Debería ser un golpe de realidad, no una nota al pie de página.

Traducido del inglés por David Meléndez Tormen

https://prosyn.org/YHhUE15es