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La deuda pública no es gratis

CAMBRIDGE – Ahora que los tipos de interés de la deuda pública en las economías avanzadas están en un mínimo en varias décadas, algunos importantes economistas sostienen que casi todas pueden permitirse un incremento gradual de la deuda hasta niveles similares a los de Japón (más del 150% del PIB incluso según los cálculos más conservadores) sin preocuparse demasiado por las consecuencias a largo plazo. Pero aunque los defensores de un mayor endeudamiento pueden tener razón, tienden a subestimar o pasar por alto todo lo que puede salir mal.

Primero y principal, la nueva visión de la deuda subestima los riesgos para otros titulares de derechos sobre la recaudación tributaria (por ejemplo los pensionados, a los que se puede imaginar como tenedores de deuda subordinada en el Estado de Bienestar del siglo XXI). Al fin y al cabo, casi todos los sistemas de seguridad social son una forma de deuda, en el sentido de que el gobierno nos saca dinero ahora con la promesa de devolverlo con intereses cuando seamos viejos. Y para los gobiernos, esta deuda “subordinada” es inmensa en relación con la deuda de mercado “privilegiada” añadida sobre aquella.

De hecho, los gobiernos de los países de la OCDE están pagando un promedio del 8% del PIB en pensiones de vejez, que llega a un asombroso 16% en el caso de Italia y Grecia. Desde un punto de vista actuarial, la parte de la recaudación tributaria futura reservada al pago de pensiones supera varias veces lo destinado al pago de deuda, pese a que muchos gobiernos han intentado un ajuste gradual de las pensiones, como hizo Europa durante la crisis financiera, y más recientemente México y Brasil en respuesta a presiones económicas. Por desgracia, la lentitud del crecimiento y el envejecimiento poblacional implican que todavía hay mucho por hacer.

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