LONDRES – La elección de Christine Lagarde, la directora gerente del Fondo Monetario Internacional y ex ministra de Finanzas francesa, para suceder a Mario Draghi como presidente del Banco Central Europeo, es polémica. Pero no debería serlo.
Sin duda, el regateo político con el cual se asignan los principales cargos de la Unión Europea no es edificante. Lagarde no fue elegida en un proceso de nombramiento abierto y basado en el mérito, sino más bien como parte de un acuerdo secreto que también implicó la designación de Ursula von der Leyen, la ministra de Defensa alemana, para ser la próxima presidenta de la Comisión Europea.
Sin embargo, a pesar de la opacidad del proceso de nombramientos, y si bien fue elegida en parte porque es mujer, francesa y del Partido Popular Europeo de centroderecha, Lagarde aportaría cualidades formidables al rol. Tiene la tenacidad y las habilidades políticas para haber triunfado primero como abogada, después como política y más recientemente como tecnócrata internacional. Sus ochos años en el FMI le han dado una inmensa experiencia y talla global. Por sobre todas las cosas, al igual que Draghi, en una crisis estaría dispuesta a hacer “lo que haga falta” para salvar al euro.
LONDRES – La elección de Christine Lagarde, la directora gerente del Fondo Monetario Internacional y ex ministra de Finanzas francesa, para suceder a Mario Draghi como presidente del Banco Central Europeo, es polémica. Pero no debería serlo.
Sin duda, el regateo político con el cual se asignan los principales cargos de la Unión Europea no es edificante. Lagarde no fue elegida en un proceso de nombramiento abierto y basado en el mérito, sino más bien como parte de un acuerdo secreto que también implicó la designación de Ursula von der Leyen, la ministra de Defensa alemana, para ser la próxima presidenta de la Comisión Europea.
Sin embargo, a pesar de la opacidad del proceso de nombramientos, y si bien fue elegida en parte porque es mujer, francesa y del Partido Popular Europeo de centroderecha, Lagarde aportaría cualidades formidables al rol. Tiene la tenacidad y las habilidades políticas para haber triunfado primero como abogada, después como política y más recientemente como tecnócrata internacional. Sus ochos años en el FMI le han dado una inmensa experiencia y talla global. Por sobre todas las cosas, al igual que Draghi, en una crisis estaría dispuesta a hacer “lo que haga falta” para salvar al euro.