El fin oficial de la ocupación del Iraq por los Estados Unidos, tras la transferencia de la soberanía a un gobierno iraquí, brinda a Europa la posibilidad de desempeñar un papel importante en la determinación del futuro de esa nación decisiva. La Unión Europea debe abandonar los márgenes y actuar para velar por que el gobierno de transición celebre elecciones y cree un Estado iraquí viable y para preservar los intereses y valores de Europa en esa región.
El fracaso total de la política del gobierno de Bush en el Iraq ha brindado la posibilidad de que Europa ofrezca una visión seria y diferente del futuro de ese país, pero, ¿qué deben proponer los opositores europeos a la guerra, tras haber visto confirmados sus peores temores?
Naturalmente, resulta tentador para Europa no proponer ni hacer nada y limitarse a esperar a que la crisis iraquí instale a John Kerry en la Casa Blanca y devuelva a George Bush a Texas, pero la desgracia de los Estados Unidos -y del Iraq- no es beneficiosa para los intereses europeos. Una política de "cuanto peor, mejor" no es, sencillamente, aceptable: refleja el cinismo por el que el gobierno de los Estados Unidos es criticado con razón.
El fin oficial de la ocupación del Iraq por los Estados Unidos, tras la transferencia de la soberanía a un gobierno iraquí, brinda a Europa la posibilidad de desempeñar un papel importante en la determinación del futuro de esa nación decisiva. La Unión Europea debe abandonar los márgenes y actuar para velar por que el gobierno de transición celebre elecciones y cree un Estado iraquí viable y para preservar los intereses y valores de Europa en esa región.
El fracaso total de la política del gobierno de Bush en el Iraq ha brindado la posibilidad de que Europa ofrezca una visión seria y diferente del futuro de ese país, pero, ¿qué deben proponer los opositores europeos a la guerra, tras haber visto confirmados sus peores temores?
Naturalmente, resulta tentador para Europa no proponer ni hacer nada y limitarse a esperar a que la crisis iraquí instale a John Kerry en la Casa Blanca y devuelva a George Bush a Texas, pero la desgracia de los Estados Unidos -y del Iraq- no es beneficiosa para los intereses europeos. Una política de "cuanto peor, mejor" no es, sencillamente, aceptable: refleja el cinismo por el que el gobierno de los Estados Unidos es criticado con razón.