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¿Podrá Europa superar la amenaza de escasez de gas?

BERLÍN – ¿Qué efecto puede tener para las economías de Europa la interrupción de las importaciones de gas ruso? La pregunta divide a los economistas. Todos coinciden en que habrá consecuencias negativas, ¿pero cuán graves? Las predicciones van desde una ligera recesión hasta el desastre económico y el desempleo masivo.

Se gastó mucha energía intelectual en estimar la magnitud de posibles contracciones del PIB, pero no se habló tanto sobre cómo prepararse para una escasez de gas, en el supuesto de que Rusia decida cerrar el grifo por su cuenta. Es como ponerse a calcular la gravedad del daño que causará un huracán, en vez de hacer preparativos reales para la tormenta.

Pero desde que Rusia suspendió la entrega de gas a Polonia y Bulgaria, a los funcionarios y analistas europeos ya no les queda alternativa. Tienen que dejar de cavilar en probabilidades (que nadie puede predecir con precisión) y empezar a pensar en cómo contener las consecuencias reales de una posible escasez de gas. Todos los proveedores de gas de Europa (no sólo los productores de la Unión Europea, sino también los países vecinos que envían gas por gasoducto y los exportadores de gas natural licuado de todo el mundo) ya operan al máximo de sus capacidades. El gas ruso, enviado mayoritariamente por gasoducto, constituye el 40% del suministro para la UE. Si se interrumpiera (y bien puede ocurrir), habrá que reducir considerablemente el consumo de gas.

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