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El fin de “Chimérica”

BERLÍN – La escalada en la rivalidad entre China y Estados Unidos está marcando el inicio de un mundo bipolar. Mientras que las últimas semanas han estado definidas principalmente por una cooperación entre las potencias líderes del mundo, las próximas estarán signadas por una competición de suma cero. La globalización y la profundización de los lazos entre los países ya están dando lugar a lo que eufemísticamente se ha dado en llamar “desacople”. Los países y las regiones se están organizando en unidades económicas y geopolíticas más pequeñas bajo la apariencia de “recuperar el control”.

Todas estas tendencias están a la vista en la lucha por el gigante tecnológico chino Huawei, una multinacional que compra componentes a Estados Unidos, Europa, Brasil y otros lugares, vende sus productos en 170 países y está liderando la expansión de las redes 5G en muchas partes del mundo. Hasta hace poco, las empresas occidentales apreciaban los productos de alta calidad y bajo costo de Huawei; su presencia mantenía a las empresas tecnológicas estadounidenses y europeas siempre atentas.

Pero ahora, la prohibición de la administración Trump a las ventas de componentes esenciales a Huawei por parte de firmas norteamericanas, y su presión sobre los aliados estadounidenses para que hagan lo mismo, parece haber disparado un retroceso a gran escala de la globalización. Si Huawei y otros “paladines” chinos han de sobrevivir, deben poner fin a su dependencia de Estados Unidos en materia de cadena de suministro.

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