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Muerte por cocinar con combustibles sucios

FREETOWN, SIERRA LEONA – Cada año, la exposición a la contaminación del aire de interiores (CAI) mata a 4,3 millones de personas, más que la sumatoria de muertes causadas por el VIH/SIDA, el paludismo y la tuberculosis. La CAI se produce cuando los hogares usan combustibles anticuados, como por ejemplo leña, carbón, desechos de cultivos y queroseno, para cocinar y suministrar calefacción, por lo que poner fin a las muertes relacionadas con la CAI es tan simple como proveer soluciones limpias para cocinar.

Sin embargo, el mundo no lo ha hecho. A lo largo y ancho de África, por ejemplo, más del 80% de las personas aún dependen de la biomasa como su principal fuente de energía. En mi país de origen, Sierra Leona (uno de los cinco países más vulnerables al cambio climático), menos del 20% de la población accede a la electricidad, a la vez que más del 90% depende del carbón y la leña para cocinar. Si las tendencias actuales se mantienen, los africanos seguirán usando tales combustibles para cocinar en el año 2050.

Costaría un estimado de $4,4 mil millones anuales satisfacer las necesidades residenciales de cocinas con combustibles limpios a nivel mundial, mucho más de lo que se tiene disponible actualmente. Si bien esa cifra no es pequeña, se ve minimizada por los costos de la inacción. Más allá de sus efectos devastadores en la salud humana (HAP es el segundo factor de riesgo de muerte y discapacidad en el África subsahariana), la dependencia de combustibles forestales no renovables para cocinar contribuye a un gigatón de emisiones de CO2 al año, o alrededor del 2% del total de emisiones.

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