posner6_onathan Newton The Washington Post via Getty Images_joe biden election Jonathan Newton/The Washington Post via Getty Images

La precariedad de la victoria de Biden

CHICAGO – Joe Biden sobrevivió una campaña electoral agotadora y una elección electrizante. Todavía tiene que eludir los obstáculos legales que le pondrá el equipo de campaña del presidente Donald Trump. Aunque lo más probable es que el 20 de enero de 2021 se instale en la Casa Blanca, una vez allí se preguntará si el premio que tanto tiempo buscó no será un cáliz envenenado.

Al asumir el cargo, el presidente Biden se encontrará con un malestar económico generalizado, la escalada estacional de una pandemia mortal y un entorno internacional despiadado. Son desafíos que pondrían a prueba al más talentoso de los dirigentes. Pero a estos obstáculos hay que sumar un gobierno dividido, un poder judicial hostil, una burocracia federal debilitada y la persistencia del populismo trumpista dentro de la opinión pública.

En otros tiempos, un presidente recién electo podía esperar algo de cooperación del partido opositor en la aprobación de leyes. Pero Biden no puede aspirar a nada parecido. La representación republicana en el Congreso ha superado con creces los pronósticos electorales, y no verá razón para hacer concesiones. Si los republicanos conservan la mayoría en el Senado, podrán y querrán debilitar al gobierno de Biden, con el objetivo de crear condiciones para una contrarreacción antidemócrata en la elección intermedia de 2022. Los proyectos de ley progresistas nacerán muertos, y no se introducirán imperiosas reformas constitucionales en relación con el Colegio Electoral, las leyes electorales y la presidencia. Es probable que los estadounidenses tengan que soportar esporádicos «cierres» de la administración pública, en medio de una guerra civil fría que perpetuará un statu quo de parálisis, y eso en el mejor de los casos.

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