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La intervención imperfecta del Banco de Inglaterra

LONDRES – En medio de la agitación política del gobierno de corta vida de la primera ministra británica Liz Truss, el Banco de Inglaterra (BOE) ha estado en un fuego cruzado fiscal y financiero. Más allá de cuál sea el próximo gobierno, es vital que el BOE aprenda las lecciones correctas.  

El 23 de septiembre, el gobierno de Truss anunció un gran paquete de estímulo fiscal sin financiamiento que minó el mandato de estabilidad de precios del BOE e hizo que los mercados de deuda gubernamental y de divisas empezaran a funcionar mal. Para impedir que mercados sistémicamente importantes se aprovecharan de la situación, el BOE pospuso su plan de desprenderse de bonos gubernamentales británicos (gilts) y, en cambio, compró más. Pero estas compras de activos (monetizados) no esterilizados representan una política monetaria expansionista, que frustrará aún más los esfuerzos del BOE por reducir la inflación -a menos que se reviertan las compras, y hasta que eso suceda.

Desafortunadamente para el BOE, no tenía otra alternativa. La estabilidad financiera es un prerrequisito para una estabilidad de precios sostenible, de manera que es una preocupación fundamental del banco central. Cuando las circunstancias así lo exigen, los bancos centrales deben actuar como prestadores de último recurso (LOLR por su sigla en inglés) para preservar o restablecer la liquidez de financiamiento para las contrapartes sistémicamente importantes. También deben funcionar como creadores de mercado de último recurso (MMLR por su sigla en inglés) o compradores de último recurso (BOLR por su sigla en inglés) para mantener o restablecer la liquidez de mercado en mercados financieros sistémicamente importantes.

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