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¿Los bancos centrales harán lo que hay que hacer?

CAMBRIDGE – Las economías avanzadas están experimentando su inflación más alta en 40 años, con una tasa mediana de casi el 9% para los 12 meses previos a septiembre de 2022. En el caso de los bancos centrales y los mercados financieros, la expectativa -o, más precisamente, la esperanza- de que el incremento de la inflación sea transitorio ha sido en gran medida reemplazada por una toma de conciencia aleccionadora de que el crecimiento de los precios es un problema persistente que exige un ajuste monetario importante y sostenido. Con excepción del Banco de Japón, los principales bancos centrales ahora están subiendo las tasas de interés y tomando medidas para estabilizar o revertir el crecimiento de los balances.

Pocos dudarían de que, después de 15 años de tasas de interés excepcionalmente bajas, este cambio de política vaya a resultar difícil, especialmente ahora que la economía global está tambaleándose al borde de la recesión. Pero, ante las expectativas de que 2023 traiga consigo mayores riesgos financieros y económicos globales -para no mencionar crecientes tensiones geopolíticas-, casi con certeza se volverá aún más complicado.

Una perspectiva histórica ilumina algunos de los retos que probablemente surjan cuando las condiciones financieras internacionales se ajusten. Las tasas de interés oficiales reales (tasas de interés nominales menos inflación) en el centro financiero del mundo, Estados Unidos, han sido consistentemente negativas desde la crisis financiera global de 2008-09.

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