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Cómo se gana la democracia

KUALA LUMPUR – Tal vez sea indicativo de nuestros tiempos que la transición pacífica del poder por medio de una elección democrática sea un candidato para la “Disrupción del año”. El resultado de la elección general malasia en mayo fue la excepción esperanzadora de una tendencia global hacia el nacionalismo populista, concebido a través del miedo a los refugiados, los migrantes y el “otro”.

Malasia es un país de mayoría musulmana donde los valores democráticos y la colaboración entre todos los grupos hicieron posible el cambio. La disrupción electoral no era lo que el mundo esperaba o lo que los analistas predecían, de manera que haríamos bien en tomar cuidadosa nota de lo que los votantes de Malasia quisieron lograr con sus votos.  

Por empezar, los malayos votaron para poner fin al régimen de una coalición, Barisan Nasional (BN), dominada por la Organización Nacional de los Malayos Unidos (UMNO por su sigla en inglés), que había estado en el poder desde que el país se independizó de Gran Bretaña en 1957. Con el colapso de BN se produjo el fin de la hegemonía de la política comunal basada en la raza. Es más, los votantes rechazaron un sistema de gobernanza que funcionaba como un conducto para transferir bienes públicos y oportunidades a individuos y grupos privados.

En el sistema anterior, el gobierno se había vuelto un factor omnipresente en los negocios y en todos los aspectos del desarrollo social. A cambio de lo que entregaba a través de transferencias, esperaba un respaldo electoral inquebrantable, más allá de las circunstancias o de la competencia de sus candidatos. El feudalismo electoral era esencialmente el modus operandi en Malasia durante largas décadas de régimen del UNMO: los votantes estaban atados a sus amos políticos.

La gran disrupción de mayo de 2018 fue impulsada por el rechazo popular de la corrupción flagrante que se había vuelto endémica en la gobernanza malasia. Las cifras son sorprendentes. Miles de millones incalculables han desaparecido de la arcas públicas a través del escándalo del fondo 1Malaysia Development Berhad (1MDB) y de prácticas de gasto nefastas en todos los ministerios de gobierno.

La arrogancia y la amplitud de la corrupción se derramaban de manera más efectiva y extensiva que los efectos de cualquier programa de desarrollo. Cuando los ricos se recompensan generosamente a sí mismos, no sorprende que quienes están más abajo en el orden jerárquico –cuyos niveles de vida vienen decayendo sostenidamente- se sientan tentados a hacer lo mismo. La sensación de que toda la sociedad malasia estaba siendo corroída convenció a los votantes de que la única solución era un cambio radical.

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Las raíces del cambio, sin embargo, son mucho más profundas que un solo ciclo electoral. Las bases para la disrupción democrática de Malasia se sentaron durante 20 años de campaña a favor de una reforma. Ha sido parte de cada elección desde 1998, cuando fui destituido sumariamente del gobierno y arrestado bajo cargos inventados.

La agenda de reforma, desarrollada por el partido Parti Keadilan Rakyat (PKR), cambió gradualmente el paisaje político. En la elección de 2013, nuestra coalición opositora en verdad ganó el voto popular pero no pudo revertir la asignación manipulada de escaños en el sistema de mayoría simple de Malasia.   

La decadencia de la vida nacional finalmente hizo que el primer ministro que más tiempo estuvo en el poder en Malasia, Tun Dr. Mahathir Mohamad, abandonara su retiro a los 92 años. No es ningún secreto que Tun Mahathir y yo hemos tenido una relación tormentosa en el pasado. De modo que cuando vino a visitarme a la cárcel para discutir la posibilidad de unir nuestra coalición opositora, resultó claro que habíamos logrado masa crítica. 

Nada parecería tan disruptivo (en el sentido de inesperado) que dos antiguos adversarios políticos que deciden colaborar. Esto exigió un perdón genuino y un cambio radical en la perspectiva personal, para que la política pudiera avanzar por el bien del país. La coalición Pakatan Harapan ganó la elección y, después de 20 años de esfuerzo, PKR se erigió como uno de los mayores partidos únicos. Según nuestro acuerdo preelectoral, Tun Mahathir se convirtió en nuestro nuevo primer ministro.

La nueva coalición de gobierno se ha comprometido a implementar una agenda de reforma que imagina a Malasia como una democracia plenamente madura, justa, equitativa y efectiva. Poner fin a la corrupción es sólo uno de los temas de nuestra agenda. Establecer un sistema judicial independiente, una comisión electoral y una prensa libre, así como fomentar organizaciones de la sociedad civil activas, también es necesario para garantizar elecciones libres, justas y abiertas, impartir justicia y ver que haya una provisión equitativa de los bienes y servicios públicos.

Otro aspecto de la madurez democrática ha sido el alejamiento del comunalismo hacia una meritocracia genuina, inclusiva y justa con todos los ciudadanos de Malasia. Se introdujo la acción afirmativa para ayudar a las comunidades Malay y Bumiputera a superar las deficiencias que heredaron como resultado de una desidia colonial intencional. Pero, con el tiempo, y con la UNMO, la discriminación positiva se convirtió en un sistema arraigado de dádivas tratadas como privilegios, que atrofiaron la iniciativa y la ambición. La acción positiva se convirtió en un sostén para la complacencia y la corrupción, en lugar de ser una mano amiga.

Malasia ahora ayudará a los pobres ofreciéndoles asistencia a quienes lo necesiten, sin importar sus orígenes comunales. Las necesidades de los malayos rurales pobres de ninguna manera serán favorecidas –o desfavorecidas-. La necesidad da derecho a los necesitados. Hacer distinciones basadas en la raza, la etnicidad y los orígenes comunales no tiene nada que ver con combatir la pobreza.

La fortaleza de Malasia es su pluralidad, pero tenemos mucho trabajo que hacer para recuperar la apertura y el compromiso genuino de nuestra sociedad multicultural. Hay mucho que ganar si compartimos la riqueza y el potencial creativo de nuestras variadas tradiciones, lenguas, culturas e ideas. A través de la reforma y la cooperación, Malasia se convertirá en una sociedad vibrante y productiva, y en un modelo de coexistencia pacífica y democrática que el mundo necesita  con urgencia.  

Mi perspectiva sobre el cambio que se ha revelado hasta ahora es bastante particular. A comienzos de 2018, todavía estaba en prisión, confinado por la decisión del gobierno de impedir mi participación en las elecciones. Entonces, para mí, 2018 ha sido trascendental.

La coalición que negociamos –inclusive cuando yo todavía estaba detrás de rejas- arrasó con una victoria rotunda e inesperada. A los pocos días, fui liberado de presión y recibí un indulto real. En el lapso de unos meses, ya me había defendido y gané unas elecciones parciales que me permitieron regresar al parlamento. Y ahora, estoy trabajando para garantizar la implementación de la agenda de reforma y el cumplimiento de décadas de determinación para realizar un verdadero cambio.  

Si esto es disrupción, espero ver más en el 2019 y después.

https://prosyn.org/pgCa8Foes