CAMBRIDGE – Aunque los chips semiconductores son omnipresentes hoy en día, su producción se concentra en unos pocos países, lo que ha dejado a la economía y al ejército norteamericanos en una situación de gran vulnerabilidad en un momento de crecientes tensiones geopolíticas. Si bien Estados Unidos ocupa una posición de liderazgo en el diseño y suministro de software para los chips de alta gama utilizados en las tecnologías de IA, la producción de los propios chips se lleva a cabo en otros países. Para evitar el riesgo de alteraciones catastróficas del suministro, Estados Unidos necesita una estrategia coherente que abarque todos los nodos de la industria de semiconductores.
Por eso, la Ley de CHIPS y Ciencia, firmada por el presidente Joe Biden en 2022, proporcionó financiación para repatriar la capacidad de fabricación de chips de alta gama. Según la Asociación de la Industria de Semiconductores (SIA), el impacto ha sido significativo: las inversiones previstas actualmente deberían darle a Estados Unidos el control de casi el 30% de la capacidad mundial de fabricación de obleas para chips de menos de diez nanómetros para 2032. En la actualidad, solo Taiwán y Corea del Sur cuentan con fundiciones para producir este tipo de chips. China, por el contrario, controlará solo el 2% de la capacidad de fabricación, mientras que la cuota de Europa y Japón aumentará hasta cerca del 12%.
Pero el presidente Donald Trump hoy está tratando de echar atrás esta estrategia. Describe la Ley de CHIPS -uno de los logros emblemáticos de su antecesor- como un despilfarro de dinero. En su lugar, su administración está tratando de endurecer las restricciones a las exportaciones que Biden introdujo para frustrar las ambiciones de IA de China.
Es un error estratégico restarle importancia al fortalecimiento de la capacidad nacional mediante políticas industriales específicas. Las medidas coercitivas contra China no solo han resultado ineficaces, sino que incluso pueden haber acelerado la innovación china. Al parecer, los modelos altamente competitivos de DeepSeek se desarrollaron a una fracción del costo de los de OpenAI. Una parte sustancial de los semiconductores utilizados en el modelo R1 de DeepSeek está conformada por chips que se introdujeron de contrabando a través de intermediarios en Singapur y otros países asiáticos, y DeepSeek recurrió a ingeniosas técnicas de ingeniería para superar el resto de limitaciones de hardware a las que se enfrentaba. Mientras tanto, gigantes tecnológicos chinos como Alibaba y Tencent están desarrollando modelos de IA similares con limitaciones de suministro parecidas.
Incluso antes del avance de DeepSeek, existían dudas sobre la eficacia de las restricciones comerciales estadounidenses. La prohibición de las exportaciones de la administración Biden, adoptada en octubre de 2022, apuntaba a los chips de menos de 16 nm, prohibiendo no solo las exportaciones del producto final, sino también de los equipos y el capital humano necesarios para desarrollarlos. Menos de un año después, en agosto de 2023, Huawei lanzó un nuevo modelo de teléfono inteligente (el Mate 60) que utiliza un chip de 7nm.
Aunque China ya no tenga acceso a las máquinas litográficas más avanzadas, puede seguir utilizando las máquinas antiguas para producir chips de 7nm, aunque a un costo mayor. Si bien estas máquinas más antiguas no le permiten bajar de los 7nm (Taiwan Semiconductor Manufacturing Company está trabajando en chips de 1nm), los logros de Huawei y DeepSeek son una señal de advertencia. China ahora tiene todos los motivos para desarrollar su propia industria de semiconductores, y puede que haya avanzado más de lo que pensamos.
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Para reducir las vulnerabilidades de su propia cadena de suministro, Estados Unidos no puede confiar en una estrategia aislacionista basada únicamente en la repatriación. Dada la amplia distribución de la actual cadena de suministro, el único camino viable es aprovechar las alianzas existentes. ASML, la empresa holandesa con un cuasi monopolio sobre las máquinas litográficas de alta gama utilizadas para fabricar los chips más avanzados, no puede recrearse de la noche a la mañana.
Hasta ahora, Estados Unidos se ha centrado en reducir los riesgos de seguridad relacionados con los chips más sofisticados, dando poca importancia a los chips de nodos superiores, necesarios para el funcionamiento de las economías modernas. Sin embargo, estos chips heredados (los de más de 28 nm) son componentes clave en autos, aviones comerciales y de combate, dispositivos médicos, teléfonos inteligentes, computadoras y mucho más.
Según la SIA, se espera que China controle casi el 40% de la capacidad mundial de fabricación de obleas para este tipo de chips de aquí a 2032, mientras que Taiwán, Estados Unidos y Europa representarán el 25%, el 10% y el 3%, respectivamente. China controlará así un importante cuello de botella estratégico, lo que le permitirá paralizar la economía estadounidense con sus propias prohibiciones a las exportaciones. También dispondrá de una considerable ventaja militar, ya que podría perjudicar a las defensas estadounidenses si cortara el suministro de chips heredados. Por último, los servicios de seguridad chinos podrían introducir puertas traseras en los chips fabricados en China, lo que permitiría el espionaje o incluso el ciberataque de la infraestructura estadounidense.
Para agravar el problema, los chips fabricados en China ya suelen estar incorporados a los productos finales cuando llegan a Estados Unidos. Si Estados Unidos quiere reducir las importaciones de hardware potencialmente comprometido, tendrá que hacerlo de manera indirecta, rastreando los chips en las aduanas mediante el desmantelamiento de los productos ensamblados. Esto sería sumamente costoso.
Afortunadamente, Estados Unidos no carece de herramientas políticas para reducir sus vulnerabilidades. En lo que respecta a las aplicaciones militares de los chips heredados puede recurrir a restricciones a la adquisición, sanciones comerciales (justificadas por motivos de seguridad nacional) y defensas de ciberseguridad. En cuanto a la ampliación de la capacidad de producción nacional, puede recurrir a derechos antidumping y compensatorios para contrarrestar las prácticas desleales chinas, como la fuerte subvención a los productores nacionales.
Los chips, y los datos que los respaldan, serán el petróleo del futuro. Estados Unidos necesita diseñar una estrategia integral que aborde todas sus vulnerabilidades actuales. Eso significa mirar más allá de los chips más avanzados y de la carrera de la IA.
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World order is a matter of degree: it varies over time, depending on technological, political, social, and ideological factors that can affect the global distribution of power and influence norms. It can be radically altered both by broader historical trends and by a single major power's blunders.
examines the role of evolving power dynamics and norms in bringing about stable arrangements among states.
Donald Trump has left no doubt that he wants to build an authoritarian, illiberal world order based on traditional spheres of influence and agreements with other illiberal leaders. The only role that the European Union plays in his script is an obstacle that must be pushed aside.
warns that the European Union has no place in Donald Trump’s illiberal worldview.
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CAMBRIDGE – Aunque los chips semiconductores son omnipresentes hoy en día, su producción se concentra en unos pocos países, lo que ha dejado a la economía y al ejército norteamericanos en una situación de gran vulnerabilidad en un momento de crecientes tensiones geopolíticas. Si bien Estados Unidos ocupa una posición de liderazgo en el diseño y suministro de software para los chips de alta gama utilizados en las tecnologías de IA, la producción de los propios chips se lleva a cabo en otros países. Para evitar el riesgo de alteraciones catastróficas del suministro, Estados Unidos necesita una estrategia coherente que abarque todos los nodos de la industria de semiconductores.
Por eso, la Ley de CHIPS y Ciencia, firmada por el presidente Joe Biden en 2022, proporcionó financiación para repatriar la capacidad de fabricación de chips de alta gama. Según la Asociación de la Industria de Semiconductores (SIA), el impacto ha sido significativo: las inversiones previstas actualmente deberían darle a Estados Unidos el control de casi el 30% de la capacidad mundial de fabricación de obleas para chips de menos de diez nanómetros para 2032. En la actualidad, solo Taiwán y Corea del Sur cuentan con fundiciones para producir este tipo de chips. China, por el contrario, controlará solo el 2% de la capacidad de fabricación, mientras que la cuota de Europa y Japón aumentará hasta cerca del 12%.
Pero el presidente Donald Trump hoy está tratando de echar atrás esta estrategia. Describe la Ley de CHIPS -uno de los logros emblemáticos de su antecesor- como un despilfarro de dinero. En su lugar, su administración está tratando de endurecer las restricciones a las exportaciones que Biden introdujo para frustrar las ambiciones de IA de China.
Es un error estratégico restarle importancia al fortalecimiento de la capacidad nacional mediante políticas industriales específicas. Las medidas coercitivas contra China no solo han resultado ineficaces, sino que incluso pueden haber acelerado la innovación china. Al parecer, los modelos altamente competitivos de DeepSeek se desarrollaron a una fracción del costo de los de OpenAI. Una parte sustancial de los semiconductores utilizados en el modelo R1 de DeepSeek está conformada por chips que se introdujeron de contrabando a través de intermediarios en Singapur y otros países asiáticos, y DeepSeek recurrió a ingeniosas técnicas de ingeniería para superar el resto de limitaciones de hardware a las que se enfrentaba. Mientras tanto, gigantes tecnológicos chinos como Alibaba y Tencent están desarrollando modelos de IA similares con limitaciones de suministro parecidas.
Incluso antes del avance de DeepSeek, existían dudas sobre la eficacia de las restricciones comerciales estadounidenses. La prohibición de las exportaciones de la administración Biden, adoptada en octubre de 2022, apuntaba a los chips de menos de 16 nm, prohibiendo no solo las exportaciones del producto final, sino también de los equipos y el capital humano necesarios para desarrollarlos. Menos de un año después, en agosto de 2023, Huawei lanzó un nuevo modelo de teléfono inteligente (el Mate 60) que utiliza un chip de 7nm.
Aunque China ya no tenga acceso a las máquinas litográficas más avanzadas, puede seguir utilizando las máquinas antiguas para producir chips de 7nm, aunque a un costo mayor. Si bien estas máquinas más antiguas no le permiten bajar de los 7nm (Taiwan Semiconductor Manufacturing Company está trabajando en chips de 1nm), los logros de Huawei y DeepSeek son una señal de advertencia. China ahora tiene todos los motivos para desarrollar su propia industria de semiconductores, y puede que haya avanzado más de lo que pensamos.
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Hasta ahora, Estados Unidos se ha centrado en reducir los riesgos de seguridad relacionados con los chips más sofisticados, dando poca importancia a los chips de nodos superiores, necesarios para el funcionamiento de las economías modernas. Sin embargo, estos chips heredados (los de más de 28 nm) son componentes clave en autos, aviones comerciales y de combate, dispositivos médicos, teléfonos inteligentes, computadoras y mucho más.
Según la SIA, se espera que China controle casi el 40% de la capacidad mundial de fabricación de obleas para este tipo de chips de aquí a 2032, mientras que Taiwán, Estados Unidos y Europa representarán el 25%, el 10% y el 3%, respectivamente. China controlará así un importante cuello de botella estratégico, lo que le permitirá paralizar la economía estadounidense con sus propias prohibiciones a las exportaciones. También dispondrá de una considerable ventaja militar, ya que podría perjudicar a las defensas estadounidenses si cortara el suministro de chips heredados. Por último, los servicios de seguridad chinos podrían introducir puertas traseras en los chips fabricados en China, lo que permitiría el espionaje o incluso el ciberataque de la infraestructura estadounidense.
Para agravar el problema, los chips fabricados en China ya suelen estar incorporados a los productos finales cuando llegan a Estados Unidos. Si Estados Unidos quiere reducir las importaciones de hardware potencialmente comprometido, tendrá que hacerlo de manera indirecta, rastreando los chips en las aduanas mediante el desmantelamiento de los productos ensamblados. Esto sería sumamente costoso.
Afortunadamente, Estados Unidos no carece de herramientas políticas para reducir sus vulnerabilidades. En lo que respecta a las aplicaciones militares de los chips heredados puede recurrir a restricciones a la adquisición, sanciones comerciales (justificadas por motivos de seguridad nacional) y defensas de ciberseguridad. En cuanto a la ampliación de la capacidad de producción nacional, puede recurrir a derechos antidumping y compensatorios para contrarrestar las prácticas desleales chinas, como la fuerte subvención a los productores nacionales.
Los chips, y los datos que los respaldan, serán el petróleo del futuro. Estados Unidos necesita diseñar una estrategia integral que aborde todas sus vulnerabilidades actuales. Eso significa mirar más allá de los chips más avanzados y de la carrera de la IA.