GINEBRA – La crisis de refugiados que afecta al mundo suele medirse en números. Pero para los jóvenes refugiados que se pierden una educación, también se puede hacer seguimiento con una métrica irreversible: el paso del tiempo. De los 17,2 millones de personas que la oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) es responsable de proteger, más o menos la mitad tienen menos de 18 años de edad; es decir, toda una generación de jóvenes, que ya ha sido despojada de su infancia, corre riesgo de quedarse también sin futuro.
GINEBRA – La crisis de refugiados que afecta al mundo suele medirse en números. Pero para los jóvenes refugiados que se pierden una educación, también se puede hacer seguimiento con una métrica irreversible: el paso del tiempo. De los 17,2 millones de personas que la oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) es responsable de proteger, más o menos la mitad tienen menos de 18 años de edad; es decir, toda una generación de jóvenes, que ya ha sido despojada de su infancia, corre riesgo de quedarse también sin futuro.