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Estados Unidos pasó la prueba Trump

CHICAGO – La elección presidencial en los Estados Unidos, ya prácticamente resuelta, refutó una variedad de prediccionestremebundas. Se nos dijo que no se contarían todos los votos, que alterarían las máquinas de votación, que las legislaturas de los estados ordenarían a los electores desafiar la voluntad del pueblo, que matones armados iban a intimidar a los votantes y que estallarían disturbios, en los que la policía tomaría partido por el presidente de «la ley y el orden». Por cierto, el presidente Donald Trump, fiel a su estilo, se ha negado a aceptar la derrota, acusó a los demócratas de fraude y cuestionó el resultado de la elección en los tribunales. Pero no tiene chances realistas de seguir en el cargo después de la fecha de traspaso del mando.

Quienes sostienen que la conducta de Trump después de la elección equivale a un intento de golpe de Estado malinterpretan la situación. La negativa de Trump a aceptar la derrota no significa nada. Sus cuestionamientos legales son frívolos y los tribunales los han rechazado. Ya perdió.

Aunque muchos votantes republicanos digan a los encuestadores que les robaron la elección, no han salido a las calles o empleado tácticas como las que uno esperaría de gente que realmente crea que la democracia ha sido subvertida. No hubo un levantamiento a la manera de Hong Kong. Los ataques de Trump a las instituciones estadounidenses son, más que nada, una forma de teatralización política.

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