NUEVA YORK – Cuando Inglaterra derrotó a los Países Bajos en las semifinales del campeonato europeo de fútbol el mes pasado, los comentaristas deportivos británicos señalaron que se trató de una victoria «histórica», que «cambiaría la vida de todos»... ya sabemos de la tendencia de esos comentaristas a la hipérbole —es su trabajo—, pero sus afirmaciones sonaron ridículas. Las naciones más pequeñas, como los Países Bajos, suelen ver a esas competencias como raras oportunidades para brillar en el escenario mundial, ¿pero necesita realmente el Reino Unido ese tipo de validación? Evidentemente, sí.
NUEVA YORK – Cuando Inglaterra derrotó a los Países Bajos en las semifinales del campeonato europeo de fútbol el mes pasado, los comentaristas deportivos británicos señalaron que se trató de una victoria «histórica», que «cambiaría la vida de todos»... ya sabemos de la tendencia de esos comentaristas a la hipérbole —es su trabajo—, pero sus afirmaciones sonaron ridículas. Las naciones más pequeñas, como los Países Bajos, suelen ver a esas competencias como raras oportunidades para brillar en el escenario mundial, ¿pero necesita realmente el Reino Unido ese tipo de validación? Evidentemente, sí.