tsantos1_David RamosGetty Images_spain David Ramos/Getty Images

La anatomía de la parálisis política de España

NUEVA YORK – Tras haber ganado las elecciones del mes pasado, obteniendo 123 de los 350 escaños parlamentarios, los socialistas de España, encabezados por el Primer Ministro Pedro Sánchez, ahora procuran gobernar. Sánchez necesitará el apoyo del partido Podemos, que es un partido de extrema izquierda, así como la aquiescencia de los partidos nacionalistas vascos y catalanes. Sin embargo, nadie debe esperar que se logre formar un gobierno en el corto plazo. El interminable ciclo de elecciones indecisas de España continúa.

España se encuentra dentro de su parálisis política debido a varios factores. En primer lugar, la principal fuerza conservadora, el Partido Popular (PP), se ha derrumbado. En el contexto de la política española, sólo el desarrollo de dicho evento se constituye en un cataclismo. Durante las cuatro décadas posteriores al momento en que país realizó su transición hacia la democracia, el PP avaló la reconciliación de la derecha española con la democracia y se convirtió en garante de que dicha derecha respalde la Constitución del año 1978, que es la que rompió con 300 años de tradición política al descentralizar radicalmente el Estado español.

Las elecciones barrieron a más del 50% de la representación parlamentaria del PP (que caerá de 137 a 66 escaños), luego de que el partido perdiera votos que fueron, en una misma medida, a favorecer a Ciudadanos y Vox; Ciudadanos, un partido liberal de centro-derecha fundado en Cataluña para oponerse a la secesión, es totalmente constitucionalista y algo novedoso dentro de la política española: Ciudadanos es el primer partido nacional viable cuyos principales líderes viven en Barcelona y hablan catalán. También es un partido reformista y aboga por reformas institucionales para garantizar la sostenibilidad a largo plazo del Estado del Bienestar. Este partido es la análogo más cercano que tiene en Europa La République En Marche!, el partido político del presidente francés Emmanuel Macron.

Vox, por otro lado, representa la derecha católica tradicional de España. No va contra la corriente dominante, es decir no es anti-establishment, como muchos otros partidos recientemente formados en Europa, pero sí se opone al principal principio organizador de la Constitución: la descentralización. En sus mítines de campaña, las personas se arropan con la bandera española y celebran los momentos heroicos de la historia de España, desde La Reconquista hasta la historia glorificada del Imperio español en el continente americano.

El éxito electoral de Vox es una consecuencia directa del impulso del movimiento a favor de la independencia catalana, así como del fracaso del PP con respecto a resolver la crisis catalana en el otoño del año 2017. Mientras aún supure esa herida, la política española será inestable. Vox respalda la Constitución de 1978 precisamente porque sus líderes la consideran como la mejor garantía contra la independencia catalana y vasca. ¿Por qué abandonar las garantías superiores que brinda la ley cuando ellas son tan eficazmente útiles para los propósitos que este partido persigue?

Sin embargo, al ir tras la recentralización, Vox está rumbo a chocarse de frente con las poderosas elites locales que se nutren de la descentralización. Mucho tendría que cambiar para que Vox esté en posición de promulgar esa parte de su agenda. Pero, si hemos aprendido algo de la elección del presidente de Estados Unidos, Donald Trump y del referéndum Brexit, es no tratar a Vox, y a los impulsos políticos que este partido representa, como algo sin importancia que se puede dejar de lado. El partido obtuvo una porción importante de los votos en lugares como Madrid y Valencia, que son el hogar de distritos electorales ricos, mismos que han sido, en su mayoría, protegidos de los estragos que trajeron consigo la globalización y la automatización.

PS_Sales_BacktoSchool_1333x1000_Promo

Don’t go back to school without Project Syndicate! For a limited time, we’re offering PS Digital subscriptions for just $50.

Access every new PS commentary, our suite of subscriber-exclusive content, and the full PS archive.

Subscribe Now

Sin duda, Vox incluye elementos indeseables que no estarían fuera de lugar en los renacidos movimientos etno-nacionalistas de la actualidad. Pero, no nos engañemos: Vox es un fenómeno exclusivamente español. Es un partido nacionalista, pero no comparte el euroescepticismo de los Brexiteers o de la Agrupación Nacional de Marine Le Pen (anteriormente, el Frente Nacional) en Francia, ni tampoco presagia el regreso del oscuro pasado de España.

Aunque Vox ha recibido más atención de los comentaristas, Ciudadanos es la clave de la política española. Cuando se formó Ciudadanos, tenía ambiciones relativamente modestas con respecto a convertirse en un pilar en el ámbito político centrista, un ámbito donde sería plausible aunar a las coaliciones lideradas por los socialistas y por el PP, con el propósito de resolver el problema de Cataluña e implementar un conjunto de reformas liberales largamente esperadas. Sin embargo, el colapso del PP ha cambiado los cálculos políticos de este partido.

Si Ciudadanos formara una coalición con los socialistas ahora, daría poder al PP como el principal partido de oposición. Su prioridad inmediata, entonces, no es gobernar, sino es dar fin con el PP, comenzando durante las elecciones europeas, las municipales y regionales que se celebrarán a finales de este mes. Pase lo que pase, la política española permanecerá en el limbo hasta que se estabilice la derecha.

Una de las paradojas de la política española contemporánea es que Ciudadanos no pueden ir seriamente tras la consecución de su agenda política a menos que se mantenga débil. Al carecer de los escaños parlamentarios para gobernar por sí mismos, los socialistas consideran que un partido Ciudadanos más débil es un socio ideal de la coalición. Habiendo detenido a la extrema izquierda, es decir a Podemos, los socialistas podrían ir tras la concretización de una agenda de reformas impopulares; y, simultáneamente tratar de mantener su credibilidad dentro de la izquierda, al culpar a Ciudadanos por dichas reformas.

Los líderes de Ciudadanos se dan cuenta de esto. Saben que los demócratas liberales en el Reino Unido marcharon hacia el olvido electoral después de entrar en un acuerdo similar con los Conservadores durante el gobierno del ex primer ministro David Cameron. Los socialdemócratas en Alemania han compartido un destino similar desde que se unieron a una coalición liderada por la Unión Demócrata Cristiana y su partido hermano bávaro, la Unión Social Cristiana.

Si bien los errores políticos cometidos por el PP durante los últimos años han fragmentado a la derecha española y han paralizado la política del país, el electorado en general está dividido en partes iguales (si todos los partidos de derecha se unieran, tendrían una mayoría parlamentaria estrecha). Para complicar aún más las cosas, está el hecho de que España nunca ha tenido un gobierno de coalición; y, por lo tanto, no tiene una tradición política en cuanto a tolerar las concesiones que conlleva un gobierno de ese tipo.

Por último, y de manera no sorprendente, los partidos nacionalistas vascos y catalanes han ganado terreno. Los votantes de España se han convertido en tácticos astutos. Con un parlamento fragmentado, tiene sentido enviar a los regionalistas y nacionalistas a Madrid, lugar donde pueden negociar eficazmente transferencias adicionales, a cambio de votos en apoyo de un gobierno nacional o de un presupuesto nacional. Esto reforzará el resentimiento que sienten muchos de la derecha; y, probablemente sostendrá a Vox en un lugar cómodo durante varios años venideros.

Muchos en Madrid dicen que la política española se está convirtiendo en política italiana, (sólo que sin incluir las hazañas italianas de gimnasia política). En otras palabras, España se encuentra en territorio desconocido. Su cultura política deja poco margen para la flexibilidad, y la estructura de sus partidos está profundamente fragmentada. Parálisis será el nombre del juego hasta que el electorado descubra lo que quiere y el sistema de partidos de España, consecuentemente, responda ante ello. Esto, probablemente, sea lo que conduzca hacia el mejor resultado.

Traducción del inglés: Rocío L. Barrientos.

https://prosyn.org/rKXkC0hes