guriev33_Massimo Di VitaMondadori Portfolio via Getty Images_putinsalvini Massimo Di Vita/Mondadori Portfolio via Getty Images

La novedad es el frente

PARÍS – El oportuno lanzamiento de una nueva versión fílmica de la novela de Erich Maria Remarque Sin novedad en el frente sirve de recordatorio de las estrechas semejanzas entre la Primera Guerra Mundial y la guerra que hoy se desarrolla entre autocracias y democracias. El combate ahora es en Ucrania; pero como en la Gran Guerra, hay varios frentes: el de la energía, el de los cereales y, menos apreciado, el frente occidental. En las capitales de Occidente, lobistas, cómplices, compañeros de ruta y «comprensivos» de las autocracias, de las que reciben respaldo, intentan socavar la unidad del mundo democrático y debilitar su determinación de mantener las sanciones contra Rusia y los envíos de armas a Ucrania.

Otra versión del título de la novela, más cercana al original alemán, «Sin novedad en el frente occidental», viene muy al caso. Que los gobiernos autocráticos interfieren en la política occidental no es ninguna novedad. El ejemplo más notorio y bien documentado es la interferencia rusa en la elección presidencial de 2016 en los Estados Unidos, pero es sólo uno entre muchos. Como supimos el mes pasado, China interfirió en la investigación que lleva adelante el gobierno estadounidense contra la empresa china Huawei por acusaciones de fraude y otras actividades delictivas; también liberó bots en las redes sociales para que difundieran desinformación antes de la elección intermedia en los Estados Unidos. En tanto, la última elección en Italia llevó al poder a una coalición que incluye a la Liga, un partido que defiende hace años una postura prorrusa y que presuntamente recibió apoyo del Kremlin.

Mientras el presidente ruso Vladímir Putin viola con total descaro el derecho internacional en el frente ucraniano, sus lobistas en las capitales occidentales operan con sigilo, lo que les permite negar sus actividades en forma creíble. Como demuestro en mi último libro Spin Dictators [«dictadores del relato»], en coautoría con Daniel Treisman, así es como funciona ahora la mayoría de los regímenes no democráticos. El uniforme militar de los tiranos del siglo XX quedó en el armario. Ahora los autócratas usan saco y corbata, y se fingen demócratas; con eso han conseguido acceso a reuniones de alto nivel en Davos o el G20, donde reclutan activamente a políticos retirados, abogados, relacionistas públicos y analistas occidentales para que defiendan su causa en Occidente.

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