Promoviendo la democracia en el Gran Medio Oriente

Los líderes de Estados Unidos y Europa hablan sobre la necesidad de promover reformas en el "Gran Medio Oriente". Los estadounidenses ven esto como el campo de batalla clave para la guerra contra el terrorismo, y los europeos quieren gobiernos estables y responsables que detengan el flujo de inmigrantes ilegales y el crimen organizado. Ambos reconocen que trabajar con socios locales para buscar cambios democráticos pacíficos hoy es la mejor manera de evitar revoluciones violentas y acciones militares mañana.

Este entusiasmo por las reformas marca un cambio de paradigmas. Anteriormente, tenían prioridad otros intereses, como garantizar un flujo ininterrumpido de petróleo o la cooperación contra el terrorismo. Pero, a pesar de la florida retórica, la promoción de la democracia todavía no está respaldada con planes concretos de acción. Una estrategia seria debe lograr tres cosas: aumentar el apoyo a los demócratas de la región; crear un contexto regional que facilite el desarrollo democrático; y, por último, reorganizarnos en casa para buscar y sostener políticas en pro de la democracia en el exterior.

Primero, aunque Occidente debe desempeñar un papel crítico de apoyo, el cambio debe venir desde adentro de la región. Nuestra tarea es robustecer a las fuerzas políticas locales que presionan para lograr cambios democráticos. En muchos países, los activistas de la democracia están en las cárceles debido a su compromiso con los derechos humanos-y poco se hace para ayudarlos. Ningún alto funcionario de Estados Unidos o Europa debe visitar la región sin referirse a los derechos humanos y defender a los individuos que luchan por la democracia.

En términos prácticos, Occidente debe incrementar su apoyo directo a las ONGs y a los activistas locales (aunque en algunos países, como Egipto, primero se necesitará que el gobierno cambie las leyes para permitir que reciban fondos del exterior). Mientras que los EU gastan actualmente cerca de 400 mil millones de dólares en materia de defensa, el Fondo Nacional para la Democracia tiene un presupuesto de unos 40 millones, de los que apenas una fracción se dedica al Gran Medio Oriente. El apoyo se debe multiplicar diez o más veces para que tenga un impacto real. La UE debe incrementar sus esfuerzos de promoción de la democracia a por lo menos 500 millones de euros al año.

Esos fondos se deben administrar con autonomía de los gobiernos para garantizar que no se vean limitados por presiones diplomáticas. Se podría crear un Foro Trasatlántico para la Promoción de la Democracia que coordine todas las actividades en la región, incluyendo los programas bilaterales que llevan a cabo los países europeos. Esto podría complementarse con un Fondo para la Democracia en el Medio Oriente, independiente, al que Europa y los EU contribuyeran con fondos y experiencias.

Además del trabajo a nivel popular, las políticas comerciales y de asistencia se deben utilizar para alentar a los gobiernos a reformarse y a ampliar los espacios para las actividades políticas legítimas. Se debe recompensar a los países que avancen hacia la democracia y la buena administración y retirarle privilegios a los que no lo hagan.

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Segundo, los EU y sus aliados europeos tienen que contribuir a crear el ambiente de seguridad externa y el contexto regional en el que el cambio democrático se pueda dar. Ofrecer seguridad es crucial para promover el desarrollo democrático. Además de trabajar en el fomento de la paz entre Israel y Palestina, debemos ayudar a que Turquía se convierta en una democracia cabal que califique para ingresar a la UE, renovar la presión sobre el régimen iraní por la democracia y el control de armamentos, y evitar una salida prematura de Irak.

Trabajando junto con los Estados árabes moderados podemos crear un nuevo régimen de seguridad regional para el Gran Medio Oriente, siguiendo el modelo de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa. La contribución del proceso de Helsinki en Europa fue reconocer que la verdadera paz requiere una nueva relación entre gobernantes y gobernados, al igual que entre Estados. Permitió a las sociedades exigir a sus gobiernos que se comporten de manera correcta. En el Medio Oriente, tal régimen significaría dar a los países árabes incentivos para adherirse.

Mientras tanto, la OTAN puede proveer las operaciones de mantenimiento de la paz que se necesitan para ayudar a la reconstrucción de Irak y Afganistán. También puede promover prácticas más democráticas en tiempos de paz ampliando la cooperación bajo una versión para el Medio Oriente de su programa Sociedad para la Paz.

Por último, debemos reorganizarnos para poder mantener el rumbo. Eso significa crear una nueva generación de diplomáticos y promotores de la democracia que conozcan la región y sus idiomas, así como garantizar que los gobiernos mantengan sus compromisos en el largo plazo.

Ganar la guerra contra el terrorismo requiere una combinación de ofensiva y defensiva. Para la defensiva, los EU crearon el Departamento de Seguridad Interna y están transformando sus fuerzas armadas. En Europa, el Comisionado para la Justicia y los Asuntos Internos y el Alto Representante para Asuntos Externos están mejorando la capacidad del continente para afrontar amenazas nuevas.

Pero en lo que se refiere a la ofensiva, las misiones más importantes -construcción de la democracia, promoción de una agenda de transformación política, y ganarse los corazones y las mentes de millones de personas en la región-siguen sepultadas bajo la burocracia, privadas del liderazgo, la atención y los recursos que necesitan.

Estados Unidos debe crear un Departamento de Promoción de la Democracia, a nivel de gabinete. Los europeos deben nombrar a un Comisionado para la Promoción de la Democracia y los Derechos Humanos que tendría como objetivo ser el líder de los esfuerzos para promover el cambio democrático -y convertirse en un interlocutor efectivo para su contraparte estadounidense a fin de dar forma a una estrategia trasatlántica conjunta.

A medida que el debate sobre el "Gran Medio Oriente" se calienta, existe el peligro de que los europeos y los estadounidenses establezcan estrategias que compitan entre sí. Ambos tienen mucho que ofrecer, así que debemos unir nuestras mejores propuestas y comenzar a implementarlas juntos.

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