La reciente decisión del Tribunal Europeo de Primera Estancia de revalidar la multa y las sanciones que la Comisión Europea impuso a Microsoft en 2004 parece haber justificado el criterio intervencionista de la Comisión en materia de política de la competencia. Una investigación de Intel, que se ha prolongado durante cinco años, podría acabar también con la aplicación de sanciones severas, pero la UE no debería alegrarse de ese aparente triunfo sobre las "grandes empresas" americanas. Más bien debería meditar sobre si sus políticas hacen de verdad de Europa una zona acogedora para las empresas innovadoras.
La reciente decisión del Tribunal Europeo de Primera Estancia de revalidar la multa y las sanciones que la Comisión Europea impuso a Microsoft en 2004 parece haber justificado el criterio intervencionista de la Comisión en materia de política de la competencia. Una investigación de Intel, que se ha prolongado durante cinco años, podría acabar también con la aplicación de sanciones severas, pero la UE no debería alegrarse de ese aparente triunfo sobre las "grandes empresas" americanas. Más bien debería meditar sobre si sus políticas hacen de verdad de Europa una zona acogedora para las empresas innovadoras.