NUEVA YORK – Hace un tiempo conocí a una chica en el inmenso campo de refugiados Zaatari de Jordania. Como otras decenas de miles de niños de él, su familia y ella habían huido al empeorar el conflicto de Siria. Primero la conocí en un aula improvisada entre un mar de tiendas; después volví a verla jugando con otros niños en un espacio accidentado.
NUEVA YORK – Hace un tiempo conocí a una chica en el inmenso campo de refugiados Zaatari de Jordania. Como otras decenas de miles de niños de él, su familia y ella habían huido al empeorar el conflicto de Siria. Primero la conocí en un aula improvisada entre un mar de tiendas; después volví a verla jugando con otros niños en un espacio accidentado.