GINEBRA – Esta semana se cumplen quinientos años del día en que un ignoto sacerdote y profesor universitario de teología hizo algo común en aquella época: clavar un anuncio en la puerta de una iglesia. El suyo era para pedir un debate académico sobre la práctica de la Iglesia Católica de vender “indulgencias”: la promesa de que el comprador (o un pariente) pasaría menos tiempo en el purgatorio tras su muerte.
GINEBRA – Esta semana se cumplen quinientos años del día en que un ignoto sacerdote y profesor universitario de teología hizo algo común en aquella época: clavar un anuncio en la puerta de una iglesia. El suyo era para pedir un debate académico sobre la práctica de la Iglesia Católica de vender “indulgencias”: la promesa de que el comprador (o un pariente) pasaría menos tiempo en el purgatorio tras su muerte.