Kerry y Europa

Los dioses cumplen los deseos de aquellos a los que quieren destruir. Quienes en Europa y el resto del mundo ansían la victoria de John Kerry en las elecciones presidenciales de los EU deberían tener en mente este fragmento de sabiduría de la Grecia antigua.

Durante la Guerra Fría, Estados Unidos fue el líder natural de la comunidad atlántica, pero el precio de ese liderazgo fue que tuvieron que aceptar la autonomía e influencia de sus aliados europeos. Después de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001, el Presidente Bush emprendió una política exterior unilateral. La tradicional alianza atlántica fue reemplazada por lo que EU llamó "coaliciones de los dispuestos", en las que "la misión determina la coalición", no las alianzas históricas.

Esta política dividió a Europa. También alimentó diferencias profundas en la campaña presidencial de los EU, donde uno de los argumentos más poderosos que Kerry ha utilizado es que restablecerá la confianza entre Estados Unidos y sus aliados; que como presidente buscará la ayuda internacional para Iraq.

Sin duda, Estados Unidos necesita más aliados para controlar el caos en Iraq y construir un Estado que tanto los iraquíes como el resto del mundo consideren legítimo. Los aliados se vislumbran como la respuesta al doble déficit de credibilidad y legitimidad de Estados Unidos al ocupar Iraq. Pero, ¿podrían los EU encabezados por Kerry empezar de nuevo en Europa? ¿En verdad podrá un Presidente Kerry poner a los aliados del lado de Estados Unidos?

El desorden en Iraq ha endurecido el antagonismo de países como Francia y Alemania, quienes encabezaron la oposición a la guerra para empezar. Incluso países que respondieron al llamado de ayuda de Bush, como Polonia, mi patria, ahora se muestran recelosos de participar.

Consideremos la actitud de Francia y Alemania. Sus líderes con trabajos pueden disimular lo mucho que desean una victoria de Kerry. Pero no van a cambiar sus políticas para contribuir a su victoria, ni lo harán incluso si gana. Como un gesto dirigido a mejorar las oportunidades de Kerry, el Ministro de Defensa alemán Peter Struck dio a entender que su país podría reconsiderar su posición sobre el envío de tropas a Iraq. Pero el Canciller Gerhard Schröder de inmediato declaró: "Para que quede claro, no enviaremos tropas a Iraq".

Subscribe to PS Digital
PS_Digital_1333x1000_Intro-Offer1

Subscribe to PS Digital

Access every new PS commentary, our entire On Point suite of subscriber-exclusive content – including Longer Reads, Insider Interviews, Big Picture/Big Question, and Say More – and the full PS archive.

Subscribe Now

De hecho, Alemania, como la mayoría de los países europeos, no tiene la capacidad política ni logística para enviar una fuerza militar significativa a Iraq. Francia, que sí consideró enviar 15,000 soldados a Iraq si la ONU hubiese aprobado la guerra, es tan clara como Schröder. Según Michel Barnier, Ministro de Asuntos Exteriores de Francia, "Ni hoy ni mañana" se enviarán tropas francesas. Ambos países creen firmemente que el éxito militar en Iraq es imposible.

Así que ¿seguirán las relaciones transatlánticas tan viciadas como lo están ahora si Kerry gana? ¿Acaso el pavoneo tejano simplemente será reemplazado por el distinguido desdén de un Bramín bostoniano?

Tal vez esto sea demasiado pesimista. Europa no puede dar una respuesta abiertamente negativa a una solicitud de ayuda por parte de Kerry, ya que ello sería una bofetada para el estadounidenses más pro europeo que puede llegar a la presidencia en el futuro cercano. Tal rechazo no sólo pondría a las relaciones transatlánticas en un riesgo aún mayor del que corren actualmente; también pondría en peligro las relaciones entre los países europeos.

Por ello, si gana Kerry se debe llegar a algún arreglo. Afortunadamente hay uno que es posible. La primera parte es simplemente para guardar la dignidad: ambas partes simplemente deben declarar su buena voluntad. Hoy en día es poco probable que los líderes europeos le concedan siquiera eso a Bush. La realidad detrás de una declaración de esa naturaleza es que Europa tendría una participación militar y política de bajo nivel en Iraq.

La mayoría de los líderes europeos comprenden que Kerry tendrá un margen de maniobra muy limitado si resulta electo. La certeza casi absoluta de que la Cámara de Representantes, y quizá también el Senado, quedarán en manos de los republicanos significa que el Congreso de Estados Unidos saltará ante cualquier supuesto intento de Kerry por "vender" la guerra de Bush, de manera que Kerry podría ejercer incluso mayor presión sobre Europa para que ayude en Iraq de la que jamás ejerció el unilateralista Bush.

Pero hay una segunda, y más fundamental, parte para un arreglo viable: la redefinición de las relaciones transatlánticas. El punto clave aquí es un reconocimiento conjunto de que existe una comunidad fundamental transatlántica de valores y que ambos lados se necesitan mutuamente. Esa comunidad transatlántica se debe sentir responsable en conjunto de mantener la paz y la estabilidad en el mundo.

Los EU tienen que aceptar este principio y reconocer que Europa es un socio, no simplemente un sirviente, dispuesto o no a acatar las órdenes de Estados Unidos. Si se van a compartir las cargas, también se deben compartir las decisiones.

Ello va a requerir que Estados Unidos reconozca la validez del punto de vista de Europa sobre el conflicto palestino-israelí como el mayor obstáculo a la paz en Medio Oriente. Por su parte, Europa debe demostrar no sólo que se siente responsable del mundo sino que está dispuesta a actuar en consecuencia contribuyendo de manera importante a la reconstrucción de Iraq. Los recursos militares de Europa pueden ser limitados, pero tiene valiosas experiencias en el mantenimiento de la paz y en la "construcción de Estados" que se pueden utilizar.

¿Está Europa verdaderamente dispuesta a emprender ese esfuerzo si la victoria de Kerry se hace realidad?

https://prosyn.org/8RTk0ZRes