LONDRES – Mil millones de personas vieron la ceremonia de apertura de la Copa Mundial de la FIFA en São Paulo, Brasil, y varios cientos de millones más seguirán los partidos durante el mes que dura el torneo. Para los seis socios principales de la FIFA y los ocho patrocinadores oficiales del evento, semejante audiencia es una mina de oro. De hecho, esas empresas pagan decenas de millones de dólares con la esperanza de que una parte de la magia del “juego bonito” se derrame sobre sus marcas, algo que es perfectamente probable. Pero para los espectadores eso puede ser perjudicial.
LONDRES – Mil millones de personas vieron la ceremonia de apertura de la Copa Mundial de la FIFA en São Paulo, Brasil, y varios cientos de millones más seguirán los partidos durante el mes que dura el torneo. Para los seis socios principales de la FIFA y los ocho patrocinadores oficiales del evento, semejante audiencia es una mina de oro. De hecho, esas empresas pagan decenas de millones de dólares con la esperanza de que una parte de la magia del “juego bonito” se derrame sobre sus marcas, algo que es perfectamente probable. Pero para los espectadores eso puede ser perjudicial.